sábado, 10 de junio de 2023

William Golding: Lord of the Flies

Me lo compré en Iberlibro.

Esta novela la leí hace varios años, en español, y ahora acabo de leerla en inglés, C1 en curso mediante. Volvió a estremecerme, y volví a leerla como, fundamentalmente, una alegoría del fascismo y del capitalismo, valga la redundancia.

¡Libertad!

Tenemos dos personajes antagónicos, dos líderes. Por un lado, Ralph, "el bueno"; por otro, Jack, "el malo". Ralph es carismático y, dentro de lo que cabe, bienintencionado. Jack también es carismático, y la voluntad de poder lo guía. 
Ralph comienza liderando el grupo, pero a medida que avanza la historia lo va perdiendo poco a poco, hasta quedarse solo. Jack quiere liderar, lo intenta por medios democráticos, sin conseguirlo, y finalmente se hace con el control, primero con tácticas populistas y después mediante la violencia y el terror. 
La sociedad que crean los niños en la isla es asamblearia, y se fundamenta en el símbolo de la caracola, que sirve tanto para llamar a reuniones como para gestionar quién puede hablar en cada momento. Jack se rebela ante el poder de la caracola casi desde el principio, apelando siempre, básicamente, a la libertad. A la ¡libertad!, que dirían fachos y reaccionarios, blandiéndola como un arma. 
La primera aparición de Jack en la novela es dirigiendo, como un sargento, a los niños integrantes del coro que lidera, imponiendo su autoridad sobre todos ellos. Jamás se le ocurre preguntarse por qué hay que obedecerlo a él, pero sí cuestiona con todo el poder de su artillería retórica el porqué de someterse al arbitrio de la caracola, que no hace falta tanta cosa, etc. A Jack le parece innecesario e irracional respetar la función de la caracola, pero esgrime como argumento para erigirse como líder en la isla su propia capacidad para llegar a las notas altas. Esas cosas. 
La ¡libertad!, pues, es un arma con la que intentar inmovilizar al adversario, confinarlo al rincón de hacer autocrítica, mientras que la única ¡libertad! aceptada es la de los poderosos para hacer lo que les sale de los huevos sin que los menos poderosos, unidos y coordinados, les puedan hacer frente.

La N-word

El "pack of painted niggers" en boca de Piggy me tomó por sorpresa, no recordaba nada parecido de mi lectura en español de hace unos años. Ahora he visto un poco, y parece que en las ediciones estadounidenses han cambiado la N-word por "Indians". Seguramente "indios" o "salvajes" es lo que leí en mi traducción al español, pero no puedo comprobarlo, porque el libro lo perdí, vaya a saber cuándo o por qué.
Yo no sé cómo sonaría al lector contemporáneo a la novela el "pack of painted niggers" que escupe Piggy al grupo de Jack poco antes de morir, pero ahora mismo, al menos por mi parte como lector salvaje, sirvió bastante para destruir la empatía que sentía hacia el personaje. La empatía, de todos modos, vuelve a construirse a las pocas líneas, cuando asistimos a su muerte horrible, absurda y triste.
Qué tema, la empatía del lector y la de los propios personajes entre ellos. Asistimos a un ataque de asma que sufre Piggy, que podría matarlo, y lo vemos ignorado por sus compañeros, que ni siquiera estarían ahí para acompañarlo con un poco de amor o, aunque sea, simple, puta, pura compañía, en sus últimos momentos. Pero Piggy también tiene su dosis de ausencia de empatía, cuando se ríe de Simón y dice que está como una cabra, que está "cracked". 
Después, volviendo a lo de la F-word, y pensándolo un poco, me di cuenta de que así, el autor, mostraba la hipocresía y estupidez de la sociedad en la que vivía, en la cual unos personajes perfectamente orgullosos de ser ingleses, con todo lo que ello implicaba, tenían el atrevimiento de adjudicar a los negros lo peor de la condición humana, sin siquiera pararse a pensar que no les es ajena. Una crítica al colonialismo, la lectura posible.

Alegorías

El señor de las moscas tiene varias lecturas, eso está claro. Yo me quedo con la mía, que es una alegoría del fascismo como estadio superior del capitalismo. Me parece luminoso, visionario, que la novela acabe con la isla destruida por las llamas, ¿qué mejor para ilustrar cómo funciona el capitalismo que mostrar que incluso el mundo en el que vivimos acaba destruido bajo las garras irracionales de la depredación de sus líderes, que queriendo nada menos que todo, al final, acaban dejándonos a todos sin nada?
Hay más lecturas, yo estoy demasiado viejo, sueño mil veces las mismas cosas, las contemplo sabiamente y ya no puedo pretender que la mía es la única posible, aunque me gustaría. Evidentemente, alguien que titula su novela como "El señor de las moscas", que cualquiera con acceso a un buscador de internet sabe que es el nombre de Belcebú, y que "Belcebú" significaba alguna vez "señor de las moscas" en hebreo, en fin, blanco y en botella, hay muchas lecturas, incluso la pesimista, irracional lectura por la cual el autor nos dice que todos somos muy malos y eso no puede cambiar.