martes, 29 de enero de 2019

Natalia Ginzburg: LA STRADA CHE VA IN CITTÀ

Me lo compré cerca de la EOI.
Nuevo.
Carito, la verdad...
La protagonista de esta novela es una mujer rebelde, es decir, acaba castigada. Eso lo sabemos desde que hemos leído Anna Karenina y Madame Bobary, y leer Laia, No una, sino muchas muertes, Nada, Aloma, Laura a la ciutat dels sants, etcétera y ahora La strada che va in città no hace más que recordárnoslo.

Delia, la protagonista, apenas una adolescente, se queda embarazada y se casa con un hombre al que no ama. Mientras tanto hay otro, que nunca queda claro si se aman o no, que queda por el camino. Lo que siente y lo que hace nos lo va soltando de a poco, a veces en medias palabras, y es difícil hacerse una idea de qué es lo que hace y lo que siente esta narradora en primera persona porque ni ella sabe lo que quiere y lo que siente. Está atrapada en un problemón del que consigue salir para meterse en otro, y es como si estuviera sola frente al mundo, que poco menos. La autoestima por los suelos, por supuesto, y muchas ganas de vivir.

La escritura de esta novela corta es ágil, se lee muy bien. Algún detallito humorístico hay aquí y allá, pero siempre desde la risa amarga. Al final cuesta empatizar con la protagonista, y supongo que eso es una lucha que uno puede tener contra sí mismo, es decir, qué difícil que es no ponerse en un pedestal y juzgar a todo el mundo, porque nadie es perfecto y no te gustaría estar en los zapatos de Delia.

domingo, 13 de enero de 2019

Yuval Noah Harari: The meaning of life in a world without work

La misma existencia está por encima de nuestras posibilidades si no servimos para que otros se llenen de plata a costa nuestra. Qué pereza y qué asco escribir sobre este tipo de teorizaciones, como las del tipo este. Qué vergüenza ajena acordarme de la nuda vida de Agamben, qué asquito que da señalar el humor como coartada, qué asquito da el asquito que dan las aclaraciones de que cuando llama inútiles a millones de personas eso sí, faltaría más, no les quita ni un poquito su dignidad y su importancia y blablablá.

Qué barato sale ir de enfant terrible por la vida cuando uno tiene bien asegurado el culo en una poltrona a la sombra del poder. Lo saben bien los Reverteses, los Javieres Maríases y los Yuvales Noahes Hararises. Y también los Willys Toledos, lo que pasa cuando se es un enfant terrible sin el cobijo del poder, quiero decir.

El tipo lanza su provocación y a esperar que todo el mundo le haga propaganda gratis, respondiéndole. Obviamente, habrá toneladas de personas que le señalarán que su lógica es la misma que la del nazismo, cosas como esas, y más propaganda gratis. Los ricos modernosos, encantados, porque les explica que no es su culpa que a tanta gente se le acabe el futuro, es que ellos solitos son inútiles, no sirven para nada, pero eso sí, su dignidad y la importancia de su vida son muy importantes. Pero stuff happens, cosas que pasan. Cuando Viviane Forrester escribía cosas parecidas, pero denunciándolo indignada, todo el mundo tenía que tratarla de alarmista, de ignorante y esas cosas. Pero viene el tipo este y lanza su there is no alternative mechado de buen humor, y a chupársela como si no hubiera un mañana. En fin...