viernes, 17 de enero de 2020

Releyendo cosas: (Franz Kafka: LA METAMORFOSI; Ernst Hemingway: THE OLD MAN AND THE SEA)

Más que releyendo, escuchando. Cuando conduzco de casa al trabajo y del trabajo a casa, o cuando estoy en el gimnasio. La Metamorfosis, en italiano; El viejo y el mar, primero en italiano y después en inglés. Cosas que se hacen cuando se estudia lenguas en ese lugar maravilloso llamado Escuela Oficial de Idiomas.

Se escuchan en dos horas, más o menos, ambos libros. Supongo que se leen en un par de horas o así, también. Hace años los leí traducidos al español. Creo que el de Hemingway una sola vez, y el de Kafka un par. Estaba pensando también en las novelitas de Exupéry, mientras pensaba en estas dos novelas. Especialmente, en Piloto de guerra. Los tipos saben bien cómo escribir una novela corta a partir de premisas que dan para escribir pocas páginas, quizás un cuento, pero que se alarga hasta superar las 100 páginas. Idas y vueltas del pasado al presente, reflexiones de los protagonistas, digresiones que van viniendo a cuento, esas cosas.

Yo estoy en un momento de mi vida que sueño las cosas mil veces, que las contemplo sabiamente, y eso me sirve a la hora de releer los clásicos. Qué llenos están de simbología y de disparadores de la reflexión, las cosas que escribían estos tipos.

Tengo que volver a leerlos en español, hay cosas que se me escaparon.

Me volvieron loco, por ejemplo, los huéspedes de La Metamorfosis. Me volvió loco también el repetido propósito de no olvidarse de comer del Viejo, esto último que es algo que no se entiende cuando se es joven y la muerte lisa y llana no existe.

¿Tiene un narrador no fiable, La Metamorfosis? Si admitimos que Gregorio Samsa no se convirtió en un insecto sino que se volvió loco, pues seguramente. Y el padre, mamita querida, impiadoso y arrojándole manzanas a su hijo y desgraciándolo con ello, cualquier semejanza con el buen Señor, mera coincidencia.

Me parece que voy a estar escuchando una y otra vez estas dos novelitas durante días o semanas, estas semanas.

domingo, 12 de enero de 2020

Raymond Carver: VIDAS CRUZADAS

Ni idea de cómo me lo traje a casa.
Acabaron cautivándome estos cuentos de Carver. El de los tipos que van a pescar y se encuentran una mujer muerta en el río lo conocía de hace unos años, ya, porque estoy bastante seguro de que vi su adaptación a la gran pantalla. Pero de los otros, creo que ni noticia.

Parece mentira que una empresa dedicada a la producción de papel higiénico haya editado la colección Cine para leer tan estupenda. Cada vez que me cruzo con un ejemplar de ésta, en los rastros y casas de empeño en los que suelo entrar a la búsqueda de libros, acabo comprándolo.

Desde hace un tiempo que vengo escuchando una TED Talk en italiano en la que analizan brevemente el cuento de la mujer asesinada en el río (hay también una grabación en inglés del cuento en sí, si se busca un poco en YouTube). Y bueno, me encontré mi librito entre mis libros, que no recordaba que lo tenía, y me lo leí. Desesperado estoy por leerlos en versión original, que espero me llegue en unos días.

Los cuentos de Carver que he leído son pinceladas impiadosas de la vida de gente que podrá despertar más o menos respeto en nosotros, pero que está al límite y sufre. Gente de clase media o baja, generalmente, en el momento de sus vidas en que todo cambia, y que ese cambio los puede hacer mejores, peores o, simplemente, hacerlos mierda. Gente que sabe hacer limonada con los limones que recibe, o que no sabe, o que no le importa.

Y no se puede pontificar mucho sobre los cuentos de Carver, porque lo que hacen sus personajes te lo lanzan a la cara, y hacé vos el trabajo de entender por qué lo hacen. Pero no vengás a decir que tenés clarito todas sus motivaciones, porque no hay bola de cristal en esto.

Yo soy bastante talibán de las dos historias de Piglia y todo eso, de que los cuentos son máquinas de relojería, de que tienen que ganar por nockaut. Carver no es así, no es ni Quiroga, ni Borges, ni Cortázar. Es muy fácil escribir fantochadas si uno se olvida de que tiene que haber dos historias y, desde luego, lo de Carver no es ninguna fantochada. Y su fama no es debida, solamente, a que es un gringo, como me pareció mientras leía el primer cuento del librito. Carver me ha dejado bastante loquito por seguir leyendo sus cuentos. Del primero al último.


jueves, 2 de enero de 2020

Gaspar Jaén: DEL TEMPS PRESENT

Un euro me costó.
Del temps present es un poemario de Gaspar Jaén, un escritor del que todavía no había leído nada, publicado por Bromera en 1998. Es el trabajo ganador del Premi de poesia Vicent Andrés Estellés, de Burjassot, del año anterior.

Gaspar Jaén es un arquitecto nacido en Elche, un tipo que tiene, ya, mucha obra poética y mucho premio a sus espaldas.

A mí, si me preguntan, me cuesta decirle que no a un libro de poesía en catalán que me encuentre, de segunda mano, en cualquier rastro o casa de empeños de los tantos que visito cada año. Éste, en concreto, me lo encontré en un mercadillo solidario de la EOI, y tampoco pude decirle que no.

Yo ando medio obsesionado, últimamente, con el concepto de contemporaneidad, por cosas que voy leyendo y escribiendo estos meses, y este librito me vino bastante bien para seguir dándole vueltas al asunto. Empieza, además, con una cita que no conocía de Octavio Paz, de cuando recibía el Premio Nobel, que me parece que tiene bastantes puntos en contacto con cosas que dice Agamben.

Este poemario está dividido en dos partes, Llibre primer y Llibre segon. No es reconcentrado ni críptico, su estilo, bastante diáfano en realidad, y no hay fuegos de artificio por ningún lado. No hay búsqueda de frases para subrayar ni metáforas impactantes, ni nada de eso. El pasado está permanentemente evocado en el poemario, a veces de forma nostálgica, otras como recuento de situaciones desperdiciadas o sin valor. El autor se asume viejo.

¿A qué se parece, Del temps present? Ni idea. Acaba bastante desencantado, pero nada posmo. No hay ningún "si te gusta X, te va a gustar Del temps present" con el que pueda cerrar este comentario. Lo siento.


miércoles, 1 de enero de 2020

Jean-Paul Sartre: A PUERTA CERRADA

Acabo de leer o releer, no me acuerdo bien, una obrita de teatro de Sartre en un acto, A puerta cerrada. Hace un tiempo vi una adaptación cinematográfica francesa, la única que vi, si no recuerdo mal.

Todavía no me le animé a El ser y la nada, no sé si alguna vez lo haré, pero ya hay varios libros suyos que me metí entre pecho y espalda. Este texto se lee en un suspiro, menos de media hora, y la obra de teatro durará una hora o así. Teatro por horas a la francesa, como quien dice.

Los protagonistas, dos mujeres y un hombre horribles, están muertos y en el infierno, que parece ser un hotel. Se necesitan mutuamente, pero cada uno es la kryptonita de los otros dos. Y, como ya están muertos, no hay nada que puedan hacer que pueda cambiarlo, se me antoja, porque su carácter ya está forjado de una vez y para siempre. Ya no están arrojados al futuro y todo eso, sólo les queda el presente invariable.

¿Hay info dump en la obra de Sartre? Quizás sí, quizás no, quizás dependa de qué tan bien hagan su trabajo director y actores. ¿Son una "intrusión del autor"? Si nos ponemos sartreanamente impiadosos, o impiadosamente sartreanos, que viene a ser lo mismo porque lo mismo es, pues seguramente. Los personajes nos explican y se explican de todo, todo el tiempo, y sólo la pericia actoral o del director, me parece a mí, puede disimularlo. Pero qué se puede esperar de las pretenciosas puestas en escena de lo que es muy importante. Que le pregunten a Robert Bresson, que no me deja mentir.