viernes, 16 de noviembre de 2018

Pere Font: OCELLS FERITS

Lo encontré en la París-València.
La contratapa nos dice que a Pere Font lo apasionan tres cosas, que traduciéndolas son: "la Mujer, la Poesía y la Pintura". En mayúsculas y se entiende que en ese orden. En el prólogo, nos cuentan que el autor está a la altura de no sé qué magnitudes e intensidades talladas moral y humanamente. La foto, en el retiro de tapa, nos mira con inadecuada preocupación.

O sea.

Había muchas maneras de conseguir que un escritor nos cayera antipático irremediablemente, y los editores tuvieron a bien usar muchas de ellas. Panegírico desenfadadamente solemne. Uf.

Al principio, el autor nos muestra que está obsesionado con Nietzsche, lo cual no es sino una manera tan buena como cualquier otra de decir que uno está obsesionado consigo mismo. Y sí, los poemas en primera persona del plural se suceden, pero es siempre un plural mayestático, no hay ningún nosotros de verdad ahí metido. El poeta reclama a los otros, a esos nosotros, que sean como él mismo, en definitiva, porque sólo hay una clave para la libertad, que es la que él ha encontrado y cual faro en llamas señala.

Nietzsche me cae horriblemente antipático, todo sea dicho. Si el eterno retorno es que hay que vivir la vida sin tener nunca que arrepentirnos de nada de lo que hagamos porque estaríamos dispuestos a volver a vivirla de una misma y exacta manera, eso lo podría haber escrito Paulo Coelho, qué tanto joder.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Claudio Magris: LEI DUNQUE CAPIRÀ

Me lo encontré en una librería de Valencia.
Me costó un huevo, la verdad.
En un par de horitas se lee, quizás menos.
Lei dunque capirà, que cuenta con traducción castellana (Así que Usted comprenderá), es un librito muy pequeñito del escritor italiano Claudio Magris, a medio camino entre un cuento largo y una nouvelle corta, pero definitivamente un monólogo teatral.

Una mujer, la mujer de un poeta, le cuenta a un interlocutor que el poeta es un farsante, y que ella es responsable de gran parte de su obra. A mí me hace acordar a Barton Fink, aunque dicen por ahí que debería hacerme acordar al mito de Orfeo. Quién soy yo para dudarlo.

Esta pequeña obra fue traducida y representada repetidas veces. Hay algunas cosas que subrayé, algunas que me gustaron y otras que no, pero no es éste el tipo de literatura que me gusta. Los personajes cuidadosamente imposibles es raro que me gusten, porque yo creo en lo que me lo creo. De todos modos, un libro más en italiano entre pecho y espalda, y eso siempre está bien.

lunes, 5 de noviembre de 2018

Elliot Rodger: MY TWISTED WORLD

Después de leer My twisted world —que cuenta con varias voluntariosas traducciones oficiosas al castellano que se pueden encontrar por ahí, pero que paso ahora mismo de leerlas, que ya tuve bastante— uno sabe bien por qué hay una legión de tipos, por ahí, que disfrutan tanto haciendo escarnio del malogrado asesino de masas. El diario guión manifiesto de Elliot Rodger —supongo que se inspiró en Mi lucha a la hora de estructurarlo, pero quién sabe—, es un cóctel de actitudes guión acciones ridículas + talento literario + una pizca de sinceridad + una pizca de cinismo que dispara el trollismo del más menos pintado.

Es obsesivo el autor. Infinidad de veces nos cuenta que es virgen, que él merece no menos atención que cualquiera, esas cosas. Cuando escribe desde el corazón, es decir, con esas pizca de sinceridad que también tiene, escribe cosas como "la envidia y los celos, los dos mayores problemas de mi vida", "nunca olvido, nunca perdono" o como "el acechador inveterado que soy" que así, fuera de su contexto, no dicen mucho, pero que son hitos en la lectura, porque ahí está la verdad. Y en el odio. En el odio por situaciones concretas, por gente de carne y hueso.

¿Dónde está la Captatio benevolentiae en My twisted world? Evidentemente, en las primeras partes del diario, aquéllas en las que el autor nos cuenta su infancia, sus infinitos e infructuosos intentos de ser parte del grupo de los niños populares. Después, el autor nos muestra de a poco algo que se asemeja cada vez más a su peor cara, hasta que nos persuade de que él querría ser un dictador global, asesinar a todas las mujeres salvo a muy poquitas, y de paso a su hermano pequeño, aunque él sabe que lo adora. Quizás ya aquí hay impostura, porque ya parece una caricatura de sí mismo, pero a saber. En todo caso, una muestra más de que sus deseos siempre sobrepasan a sus posibilidades de una forma atrozmente ridícula.

El autor quizás nunca leyó a Sartre o a Heidegger, o no le importa. El valor que se da a sí mismo es siempre inmanente, nunca es por lo que hace, sino por lo que él considera que es. Su interacción social destruye su autoestima, pero nunca deja de recordarnos que su valor siempre es a partir de algo que él entiende que es y que es independiente de lo que hace. La horrorosa equivocación que rige su vida entra en el terreno de las enfermedades mentales, porque de otra forma no se entiende el monolítico ridículo en el que está dispuesto a caer una y otra vez, sin enmienda. Y todo contado con bastante agilidad, a pesar de las repeticiones obsesivas de tópicos que se suceden hasta la náusea. My twisted world es, a su manera, una novela de aventuras, y El día de la retribución, que es cuando decide salir a asesinar gente, es su objetivo en tanto héroe, después de mil vicisitudes guión obstaculos que podrían alejarlo de ello. Por ejemplo, ganar la lotería. Pero no.

Supongo que mis mayores lo tuvieron a Charles Manson, y las generaciones más o menos cercanas a la mía lo tienen a Elliot Rodger, si hablamos de asesinos elevados a objeto de veneración de la cultura popular, o de sus arrabales. Como quien pretende repetir una tragedia en forma de comedia.