domingo, 4 de septiembre de 2016

Suzanne Collins: LOS JUEGOS DEL HAMBRE; Stephenie Meyer: CREPÚSCULO

LJdH, prestado de una biblioteca.
C en un libro electrónico
(aunque lo tengo en papel, en fin...).
La novela rosa siempre cuenta la misma historia: una parejita que se pelea y se arregla un montón de veces hasta que al final se arregla. Puede haber un triángulo amoroso y, si tiene muchas páginas, tanto mejor. Pero esto último no es imprescindible.

Los juegos del hambre (al menos considerada la saga entera) y Crepúsculo son sendas novelas rosas, cumplen con lo obligatorio y con lo opcional. Novela rosa de aventuras, siendo específicos. Y, siendo más específicos, de vampiros la primera y de Ciencia Ficción la segunda.

La historia de Stephenie Meyer, a su muy particular manera, está emparentada con la de Harry Potter, porque cuenta también la lucha de su protagonista por ser popular. Los juegos del hambre no, se presenta acaso más madura, seguramente porque el tema lo requiere o permite: el escenario es un mundo apenas lejano en el tiempo, una dictadura avanzada tecnológicamente. Una distopía en toda regla. No tan sabia como sus predecesoras ilustres, pero que tampoco se desmerece frente a ellas, quizás y posiblemente y sobre todo porque la dictadura que profetiza hunde sus raíces en la observación de (nuestro) presente, sociedad del espectáculo y todo eso.

Hace poco leí que los Best-Sellers, en el mercado yanqui, generalmente, tienen como protagonista una mujer que suele ser abogada o, en todo caso, una profesional brillante. Los juegos del hambre cumple también con esta condición: Katnis Everdeen es todo lo parecido a una profesional brillante que la historia puede encajar, ya que es una talentosa especialista en el arte de cazar animales y personas. Para más inri, pasa el test de Bechdel (difícil sería que no lo pasara si la protagonista es una mujer, digo yo).


Pobre Katniss Everdeen, en la saga de libros se nota mucho mejor que en la película que su destino, en un contexto en el que la revolución se come a sus hijos, es bastante parecido al de cualquier niño soldado, es decir, acabar destrozada psicológicamente, con muchos de sus valores trastocados hasta tal punto que, sin que sea una sorpresa porque es lo que toca, en las páginas finales se parece mucho más a su siniestra némesis, el presidente Snow, de lo que a ella misma le gustaría si su personalidad fuera la del principio de la historia.



Subversiva no me parece que sea demasiado la novela de Suzanne Collins (aunque, como siempre, la clave está en la lectura). Es cierto que nos cuenta una dictadura, y por lo poco que recuerdo de cuando vivía en una está bastante bien contada además, pero no sé, en este presente tan there is no alternative que vivimos no sé yo cuánta reflexión crítica moviliza este texto. Quizás llegó demasiado pronto o demasiado tarde. En todo caso, forma parte de una pequeña obsesión o moda de esta época, la de los futuros distópicos en clave de aventuras, como Elysium, Blade Runner, Resident Evil, Aeox Flux, Total Recall y tantas otras. Lo cual, bien mirado, es bastante findesiglero pero, sobre todo, es muy There is no alternative.

Un poquito de miedo...

 
Crepúsculo llegó a hastiarme, no así Los juegos del hambre. Como novela de aventuras que es, Los juegos del hambre cumple con lo que promete, aparte de que tiene una prosa mucho más sabrosa. Y se lee de una sentada. Siempre y cuando esa sentada sea un viaje en avión de doce horas...

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