sábado, 19 de agosto de 2017

Manel Marí: TAVERNÀRIES

Me lo regalaron :)
Tavernàries cierra una trilogía, mi periplo lector con este poeta en catalán nacido en Ibiza. Por ahora, claro está, porque a Manel Marí hay que seguir leyéndolo.

Este poemario, el último que publicó el autor de momento, recibió el Premi València Alfons el Magnànim de Poesia de 2016, y acaba de ser editado por Bromera.

Diez años pasaron ya, a ojo de buen cubero, desde El tàlem hasta Tavernàries. Hay un cambio de registro y muchas cosas que cambian, es claro. Si es cierto que hay tantas lecturas como lectores, no es menos cierto que los ojos pretenden demostrarle a uno que las cosas han cambiado de la forma que uno cree que deberían haber cambiado y forzando la máquina, cuando como en este caso.

O sea: yo quiero leer un poeta más en paz consigo mismo y menos seguro de sus enfados, un poeta menos confiado y desafiante, un poeta más sabio y más persuadido de que sólo sabe que no sabe nada. Eso es lo que presupongo que leeré después de diez años, y se me circulariza la mollera, el profeta que llevo dentro de las entrañas se desespera en afán masturbatorio (pugna por autocumplirse, digamos).

Después de dos párrafos de prudente Captatio benevolentiae creo que puedo volver, entonces y ya, a la pregunta inicial: ¿Qué cosas han cambiado? Por lo pronto, aparece un guiño a los lectores propios que resuena como un bombazo cuando el poeta nos dice:
que més enllà del ventre nominal de la mare
tenim poques certeses, tret de les voluntàries
—aquelles que ens convenen per pura sanitat,
com l'absència dels déus, que vés tu a saber si...,
com que no hi ha un infern, que pensa que si no...—,


(que más allá del vientre nominal de la madre/tenemos pocas certezas, fuera de las voluntarias/—aquellas que nos convienen por pura sanidad,/como la ausencia de los dioses, que andá a saber si...,/como que no hay un infierno, que pensá un poco si no...—,).

Y sí, las certezas se van un poco más al carajo, la duda se abre camino incluso entre la blasfemia, y el lector sabido de qué va el asunto no puede menos que agradecer la enorme humorada autoparódica.

Tavernàries trae como novedad, pues, unas cuantas cosas, al menos en relación a No pas jo y a El tàlem:
  • El tono es mucho más amable, quizás más relajado. 
  • El gusto por la metáfora asfixiante ha desaparecido, y ha dejado paso a una sonrisa punzante pero acogedora. 
  • Hay mucha rima, mucha canción y mucho (bendito) soneto en Tavernàries, y sólo falta que los cantautores se pongan las pilas y empiecen a musicalizarlos, que ya se están tardando. 
  • Hay mucha oda a las cosas que verdaderamente le gustan al poeta, y menos diatriba.
Siempre es una aventura leer el paso de los años en un escritor. 

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