La novela parece tratar, con un tono elegíaco, de la fugaz aventura amorosa que su narradora ha tenido con una compañera de estudios cuando ambas eran adolescentes. Con el paso de las páginas la historia explota, se ramifica y se vuelve circular en algunos tramos, ya que es puesta en duda por distintos personajes quienes, en un momento, incluso llegan a apropiarse del lugar del narrador. El juego metaficcional se vuelve sistemático, aunque caótico; la novela acaba siendo un texto fundamentalmente antirreferencial. El recorte espaciotemporal es el del Buenos Aires de los ‘90.
Ojalas dos cosas. Que haya quien la lea, que haya quien la recomiende.
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