domingo, 19 de marzo de 2017

Viviane Forrester: EL HORROR ECONÓMICO

Los compré por Internet.
La edición en castellano la
volví a comprar,
en realidad, porque
ya lo tenía en Buenos Aires,
pero lo perdí. La versión
en francés apenas le
pegué un vistazo,
todavía me supera.








No ha envejecido mal El horror económico, la verdad. Y ojalá lo hubiera hecho. La intelectual francesa, fallecida hace algunos años, lo escribió a mediados de los noventa y, como tantas cosas de por esas épocas, sólo le faltaban las redes sociales al alcance de la mano para ser idénticas al presente. Me pongo a ver videos musicales en un pub mientras me tomo una cerveza de tanto en tanto, y nada ha cambiado. Las mismas ética y estética, que según dicen van de la mano.

Y releo El horror económico y más de lo mismo. O al menos tres cuartos.

La tesis del libro está clarita desde el primer párrafo (9):


Por supuesto, los vagos y delincuentes somos nosotros: si no trabajamos somos vagos; si nos buscamos la vida en los suburbios de la legalidad, delincuentes.

Y eso, a pesar de que la OCDE publica cosas como éstas (100):


Vivimos en un mundo en el que, según datos que va desgranando largo y tendido la autora (y no precisamente de fuentes escoradas a la izquierda), el aumento del desempleo hace subir las bolsas y, el descenso, las baja. En un mundo en el que las acciones de las grandes empresas se disparan cuando despiden a miles, decenas de miles o cientos de miles de trabajadores. Esas cosas. Y nos encontramos desunidos y a merced de una "revolución silenciosa" desligada del poder político. El pasado y el presente se confunden.

La autora no presenta fórmulas para resistir la marejada neocon. Pero recuerda lo importante, lo que siempre ha funcionado: el banquete de los ricachones se acaba cuando los que estamos jodidos nos unimos, nos coordinamos y plantamos cara. Y asentamos los pies en el mundo real, en el capítulo de la Historia que nos ha tocado vivir.

Lejos, pues, está de ser un cúmulo "astutamente coqueto" (qué asco de machismo...) de "fantasmas, súcubos, fetiches, engendros irracionales". Aunque "quizás sea ETA". Quién sabe.

Yo, a bote pronto, le encuentro reminiscencias o precedencias de Sartre, de Marx, de Naomi Klein. Y una prosa magnífica, que te saca de sus casillas a medida que te va tirando por la cabeza esas cosas bonitas que hacen las élites, esas cosas bonitas de las que se congratulan cuando piensan que nadie los lee, pero que Viviane Forrester apunta para después comentártelas.

Después de El horror económico vinieron los ¡Indignaos!, los ¡Sí se puede!. Cŕonica de una pequeña gran victoria, y otros más. Para mí, son sus herederos. Y vale la pena leerlos a todos.

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