miércoles, 18 de marzo de 2020

Jeff Kinney: Diary of a Wimpy Kid. Rodrick rules

El librito en inglés lo compré en Iberlibro.
El otro, ni idea.
Hace un tiempito acabamos de leer el primer libro de la serie con mi hija. Ella leía en voz alta en español, yo después en inglés.

Los personajes nos pueden caer bien o mal, eso está claro. Acabé un poco hasta los mismísimos de Greg, la verdad es que no es un personaje que me caiga especialmente bien. ¿Diario de un pringado total? Quizás. Y de un capullo atómico, desde luego. En fin. Digamos que tiene debilidades y debe salir adelante contra viento y marea. Mi hija está encantada con la serie, y no tengo razones objetivas para desanimarla. Lo que sí, como en tantos órdenes de la vida, Diario de Greg me demuestra por enésima vez que una cosa son los inescrutables caminos de la corrección política, y otra bien diferente las iniciativas culturales que funcionan masivamente, llámese Bad Bunny o Jeff Kinney. O sea, los valores que enseña esta serie medio como que no, pero bueno, así son las cosas.

Estos dos los hemos empezado a leer hace unos días. La novela es igual de ágil y simpática que la precedente, y tan a reventar de phrasal verbs como ella. La traducción, por supuesto, tan mojigata como el primer libro de la serie.


domingo, 8 de marzo de 2020

So Much Water So Close To Home

Ando un poco obsesionado con este cuento, por estos días. Leí un par de veces la versión que aparece en How we talk about when we talk about love, la de Beginners y la de Short cuts.

Versiones diferentes, más largas o más cortas, explicitando algo por allí, algo por allá. La historia es de todos conocida: una mujer narra cómo su marido encuentra junto a unos amigotes de pesca y borrachera una mujer muerta en el río, y en vez de avisar a la policía inmediatamente lo hacen después de algunos días, en los que continúan pescando y emborrachándose. 15 minutos de gloria para ellos, y después el mundo sigue andando, aunque la narradora se quiera bajar.

No se sabe si la narradora quiere a su marido, suponemos que sí, pero sí explicita buenas palabras hacia él y sus amigotes. Son tipos responsables en sus trabajos, tienen familias de las que se ocupan.

Cuando estalla el asunto, la narradora debe tomar una decisión ante un hecho que, como suele suceder en Carver, tiene que cambiar su vida. La conducta de su marido le parece inaceptable, seguramente es una gota colmando un vaso, pero no tenemos cómo saberlo. Ella no sabe lo que quiere, pero lo quiere ya. Básicamente, que eso nunca hubiera sucedido, porque las conclusiones a las que llega son del todo inaceptables.

Cuando la narradora se pregunta cómo puede ser que con tanta agua tan cerca de casa su marido haya tenido que irse tan lejos con sus amigotes, es porque ahí está la clave de la única solución que le encuentra al asunto. No hay solución, su marido hizo lo que hizo y es lo que es, y como no aparezca una máquina del tiempo o baje algún dios a solucionar el problema, lo que está hecho está hecho.

¿Qué vendrá después? No se sabe. Finales abiertos por aquí y por allá, dependiendo de la versión que uno lea.