Más que releyendo, escuchando. Cuando conduzco de casa al trabajo y del trabajo a casa, o cuando estoy en el gimnasio. La Metamorfosis, en italiano; El viejo y el mar, primero en italiano y después en inglés. Cosas que se hacen cuando se estudia lenguas en ese lugar maravilloso llamado Escuela Oficial de Idiomas.
Se escuchan en dos horas, más o menos, ambos libros. Supongo que se leen en un par de horas o así, también. Hace años los leí traducidos al español. Creo que el de Hemingway una sola vez, y el de Kafka un par. Estaba pensando también en las novelitas de Exupéry, mientras pensaba en estas dos novelas. Especialmente, en Piloto de guerra. Los tipos saben bien cómo escribir una novela corta a partir de premisas que dan para escribir pocas páginas, quizás un cuento, pero que se alarga hasta superar las 100 páginas. Idas y vueltas del pasado al presente, reflexiones de los protagonistas, digresiones que van viniendo a cuento, esas cosas.
Yo estoy en un momento de mi vida que sueño las cosas mil veces, que las contemplo sabiamente, y eso me sirve a la hora de releer los clásicos. Qué llenos están de simbología y de disparadores de la reflexión, las cosas que escribían estos tipos.
Tengo que volver a leerlos en español, hay cosas que se me escaparon.
Me volvieron loco, por ejemplo, los huéspedes de La Metamorfosis. Me volvió loco también el repetido propósito de no olvidarse de comer del Viejo, esto último que es algo que no se entiende cuando se es joven y la muerte lisa y llana no existe.
¿Tiene un narrador no fiable, La Metamorfosis? Si admitimos que Gregorio Samsa no se convirtió en un insecto sino que se volvió loco, pues seguramente. Y el padre, mamita querida, impiadoso y arrojándole manzanas a su hijo y desgraciándolo con ello, cualquier semejanza con el buen Señor, mera coincidencia.
Me parece que voy a estar escuchando una y otra vez estas dos novelitas durante días o semanas, estas semanas.
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viernes, 17 de enero de 2020
miércoles, 3 de julio de 2019
Herbert Marcuse: LA AGRESIVIDAD EN LA SOCIEDAD AVANZADA
Creo que me lo encontré en una librería de Russafa. |
Está claro que hay que leer a Marcuse y a toda la peña de la escuela de Frankfurt. A veces es más fácil, a veces es más difícil, pero siempre te disparar la reflexión, porque siempre apuntan alto.
viernes, 8 de diciembre de 2017
Martin Heidegger: CARTA SOBRE EL HUMANISMO
Me recuerdo a mí mismo leyendo este libro, que ya no conservo, rodeado de maestros que conversaban feliz y ruidosamente. Es la mejor coartada que tengo para justificar que, sencillamente, no me enteré de nada de lo que estaba leyendo cuando me lo leí de una o dos sentadas.
Pero qué asquito...
Pero qué asquito...
domingo, 29 de octubre de 2017
Herbert Marcuse: CULTURA Y SOCIEDAD
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Lo compré en un rastro, en una casa de empeños o en la París-Valencia. La realidad es que de un tiempo a esta parte suelo cruzarme con ejemplares de esta edición porteña allí donde voy. Es de esas épocas en que en la Argentina se editaba uno o dos años después de la publicación original las traducciones de obras como las de este tipo, Sartre, etc. Se ve que los ejemplares de Sur estuvieron guardados en algún depósito alguna que otra década, y que alguien en algún momento decidió volver a hacerlos circular. |
¿Por qué lo tengo tan trajinado a mi Cultura y Sociedad? Primero y principal, porque mi acuífera memoria necesita que le señalen todo con el dedo todo el tiempo. Segundo, porque cuando Marcuse me explica que vivimos en una sociedad en la que "no interesa que el hombre viva su vida, lo que importa es que la viva tan bien como sea posible", que hay que "injertar la felicidad cultural en la desgracia", que "esta felicidad no puede violar las leyes de lo existente", porque "la libertad del alma ha sido utilizada para disculpar la miseria, el martirio y la servidumbre del cuerpo", yo sé que me está hablando de nuestro tiempo y que, junto a todo lo demás, puedo hacerlo funcionar a la hora de pensar la Educación.
Es llamativo que los gurúes de las Competencias (con Marina como su más conspicuo troyano) exigan siempre a los docentes y a los sistemas educativos que formen al alumnado para ser capaces de adaptarse a como dé lugar a un mundo que cambiará constantemente, incomprensiblemente, pero asumiendo que esos cambios siempre serán de afuera para adentro, es decir, que nunca los verán a nuestros alumnos y alumnas como protagonistas de ese cambio. Porque ellos no puede ni debe cambiar nada. Sólo adaptarse, ser competente/competir, o morir. Su "felicidad no puede violar las leyes del orden existente", tiene que ser un "individuo [que] ha aprendido a plantearse, ante todo, las exigencias a sí mismo", "[encontrar] su felicidad en lo existente".
Porque lo que no hay que olvidar es que "el carácter inofensivo de la felicidad crea su propia negación".
Podría y debería seguir, pero aquí lo dejo. Unas 40 páginas dura el capítulo que más me interesa. Ésta no es la mejor reseña, pero es una reseña. Leerlo directamente a Marcuse, en este caso, cuesta un poco más de media hora.
sábado, 24 de diciembre de 2016
Friedrich Nietzsche: SOBRE VERDAD Y MENTIRA EN SENTIDO EXTRAMORAL
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¿Cómo conseguí este libro? No recuerdo bien. Creo que estaba junto a un contenedor de papel. |
Como siempre, pues, y como parecería ser lo más eficiente que podía hacer Nietzsche, es decir, un librito conteniendo una teoría que se refuta a sí misma.
Refuta Nietzsche todo el conocimiento científico y filosófico con la estratagema de tomarla contra lo último, contra el último peldaño, y pretender que ese último peldaño de una escalera trabajosamente construida durante siglos por innumerables personas no es más que un castillo en el aire. Recurso fácil: borronear los peldaños precedentes, enturbiarlo todo, focalizar toda la atención en el último peldaño, sustraer el árbol del bosque, y ya está.
Nietzsche afirma que es imposible llegar a describir la realidad pero, inmediatamente después, afirma que todas y cada una de las descripciones de la realidad son erróneas, incluso a pesar de que ha afirmado que no se puede saber nada sobre la realidad. ¿Entonces cómo está tan seguro de que, más no sea por casualidad, ninguna de esas descripciones es correcta? A Nietzsche sólo le interesa el convencimiento.
Nietzsche se encabrita cuando alguien dice que existe la hoja en vez de las hojas, todas diferentes y únicas y cambiantes, pero después se permite teorizar categóricamente acerca de la percepción del mosquito. Y así todo.
Para ser un filósofo tan obsesionado con la verdad, Nietzsche era todo un mentiroso...
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