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viernes, 7 de febrero de 2025

Martín Caamaño: PÁLIDO REFLEJO

Me fascina esa capacidad inorgánica que tienen los posmos de buena cuna para enojarse de forma inorgánica, conscientemente injustificada, y descargar los frutos de su enfado sobre los hombros de quien tienen delante, sobre todo si están en una posición subalterna.

Uno de los personajes, cuando se entera de que ha muerto su padre, se enfada con la barba del doctor que se lo comunica. Después, tiene que controlar el fastidio ante los pésames que recibe. En otra historia, de otro autor, los empleados de una funeraria deben soportar los insultos de quien ha quedado huérfano por, básicamente, dirigirle la palabra. Y podría seguir con los ejemplos, si ahora mismo me acordara de más.

Los posmos gastamos pólvora en chimangos, diseminados y en franca expansión. Los escritores posmos lo saben, porque si hay algo que un posmo tiene es autoconsciencia, aparte de simulacros, texto, silencio, cartografías, piel, escritura y simulacros otra vez, por las dudas.



miércoles, 25 de agosto de 2021

Carlos Busqued: BAJO ESTE SOL TREMENDO

Bajo este sol tremendo es la única novela que publicó el escritor argentino Carlos Busqued, fallecido hace unos meses con poquito más de 50 años.


La novela la andaba buscando desde hacía un tiempo, pero después de la desaparición de su autor sólo podía encontrar a delirantes que pretendían vender el ejemplar en tiendas en línea a 100 o 200 euros. Pero hace unos días me lo encontré en iberlibro.com a 17 euros y me lo compré.

Yo creo que había visto hace unos meses El otro hermano sin saber que era una adaptación de la novela. La película me pareció buena de ver, obviamente con una actuación espectacular de todos sus actores, principales y secundarios. La única macana, el final, una carambola afortunada del protagonista más previsible que trompada de viejo borracho. Y sí, los tipos tuvieron que "arreglar" el sinsentido absurdo de las acciones de los protagonistas, pero es como arreglarle los conflictos al señor Meursault con los truquillos de construcción de guión de tutoriales de YouTube, no sé si me explico.

El libro, me lo leí en un día. De una sentada, prácticamente, de una panzada. El estilo, a veces, un poco áspero. Cosa de clavos, tornillos y bisagras que a veces no encajaban. Pero te engancha y lo leés en un día, entonces es que funciona.

Parece que a Busqued la adaptación cinematográfica no le gustó nada. Puedo entender algunos motivos. Hay determinadas cosas inexplicadas en la novela, que en la película se intenta explicar. Hay similitudes entre los personajes que el autor dejó en la nube del misterio, que en la película se obvian. Y un final bastante insoportable levedad del ser que la peli desecha de plano. De todos modos, verlo a Sbaraglia haciendo de malo es una fiesta, o sea, hay que verla.

La novela es un recorte de brutalidades y cotidianeidades que te va golpeando con correlativos objetivos impiadosos y así te va arrastrando hasta el final. Un final que a mi gusto se me desinfla un poco, pero bueno, nunca llueve al gusto de todos.

EN ITALIANO

Sotto questo sole tremendo è l’unico romanzo che ha pubblicato lo scrittore argentino Carlos Busqued, deceduto fa pochi messi quando aveva un po’ più di 50 anni

Stavo a cercare questo libro da qualche tempo, però dopo la sparizione del autore solamente la si poteva trovare venduta da furbetti a 100 o 200 euro su diversi siti web. Finalmente l’ho trovato su iberlibro.com a 17 euro e l’ho comprato.

Io penso che abbia visto fa qualche messe El otro hermano, senza sapere che era un adattamento del romanzo. Il film mi è piaciuto, evidentemente con delle attuazioni spettacolare di tutti gli attori, principali e secondari. L’unico storto, al finale, un colpo fortunato di carambola più prevedibile di colpo di vecchio ubriaco. E sì, i tipi hanno dovuto “sistemare” le attuazioni senza senso, assurde dei protagonisti, però è proprio come sistemare i conflitti del Signore Meursault con dei trucchetti di costruzione del copione dei tutorial di YouTube, non so se mi spiego.

Il libro, l’ho letto in un giorno. Praticamente, in una sola seduta. Lo stile, a volte, un po’ aspro. Roba di chiodi, viti e cerniere, come direbbe García Márquez, che a volte non si adattavano. Però il libro ti prende o lo leggi in un giorno, quindi funziona benissimo.

Sembra che a Busqued non piaceva l’adattamento cinematografico. Posso comprendere i motivi.

Ci sono delle situazioni inspiegabili sul romanzo che sul film si tenta di spiegare. Ci sono delle similitudini tra i personaggi che lo scrittore aveva lasciato dentro un alone di mistero, che sul film si ovviano. E un finale molto insostenibile leggerezza dell'essere che nel film si scarta in modo spedito. Comunque, vedere Sbaraglia nel ruolo del cattivo è proprio una festa, cioè, viene vista.

Il romanzo mostra tantissime brutalità e quotidianità che ti colpiscono con dei correlativi oggettivi impietosi e ti trascinano fino alla fine. Un finale che, secondo me, non è troppo avvincente, ma va bene lo stesso, insomma, è impossibile accontentare tutti.

domingo, 26 de abril de 2020

Raymond Carver: POPULAR MECHANICS (aka MINE)

Me lo compré en iberLibro.
Éste también.

La historia, sencilla y previsible: un tipo se va de la casa y quiere llevarse con él al bebé. La mujer quiere impedirlo, forcejean por el bebé y algo horrible sucede. Ole tus cojones morenos, Raymond Carver, por atreverte a escribir algo tan previsible y ponerlo en un cuento, que como todos sabemos no suele sobrevivir a lo previsible.

El título original, prístino: "Mine". El más conocido, que proviene de la editadísima edición del editor de uno de los libros de cuentos que llevaron a Carver a la fama: "Popular Mechanics".

El cuento revisita el juicio de Salomón, es evidente y todo el mundo lo sabe. "Mine" no puede ser más claro al respecto. "Popular Mechanics" no, es sórdido y repulsivo, y alude a ello cuando ya es tarde y nos damos cuenta de la peor manera posible de qué carajo significaba todo eso.

Y sí, a lo mejor "Mine" era un título medio zonzo. Ole por Gordon Lish y sus cojones morenos por cambiarlo. Pero hay que decir también que "Popular Mechanics" es, fundamentalmente, desagradable. Pero en fin, vamos a lo que vamos.

Nos da pistas, Carver, sobre el primer conflicto de la pareja:
1. La mujer está harta del tipo, quiere que se vaya ya de la casa.
2. La mujer le echa en cara que él no se atreve a mirarla a la cara.
3. La mujer ve una foto del bebé y la agarra para que el tipo no se la lleve.

Después de esto, cuando uno parece creer que el tipo simplemente se va a ir —desde luego, es lo que nos parece que cree la mujer—, resulta que el tipo exige ahora llevarse consigo al bebé. La mujer lo enfrenta, aterrorizada, y el tipo no cambia de idea. Forcejean tironeando del bebé con todas sus fuerzas, ninguno cede y, "Mediante ese procedimiento, el inconveniente quedó resuelto".

Complicada tarea, encontrar relaciones de causalidad en las acciones y reacciones de los personajes de Carver. El autor nos pone pistas y trampas, según lo veo yo. Mientras uno lee el cuento, que es bastante corto, no hay tiempo para meditar mucho, sólo para angustiarnos más y más hasta que se acaban las tres páginas. Lo que va a pasarle al bebé va a ser horrible, y eso lo domina todo, que no pase lo que estamos seguro que va a acabar pasando. ¿Y de quién es la culpa?, es la siguiente pregunta que nos hacemos. La mujer pretende que el tipo no se lleve, siquiera, una triste foto del bebé. Tremenda cagada tiene que haber hecho el tipo, nos decimos. Pero también en esta acción hay algo antipático que embadurna a la mujer, porque una triste foto es simplemente eso, una triste foto, y ya parece como demasiado.

Nos cachetea con eso, Carver, con el maldito asunto de la foto. Nos da demasiada información, el cuento se ha acabado y nosotros seguíamos masticándolo, simplemente, y no es hasta bastante después que podemos digerirlo como podemos.

Nos pone en bandeja, Carver, a la mujer como desencadenante de la reacción del tipo. Ella ha ido demasiado lejos y ahora la culpa es de ella, porque el tipo reacciona, pobre animalito, así son los tipos, pero la venenosa fue ella, que no le dejó llevarse la triste foto. ¿Suena de algo?

Nos muestra, también, antes de que eso nos estalle en la cara, que la mujer es tan egoísta como el tipo, aunque esto es imposible saberlo en ese momento.

¿Pero qué es lo que la motiva para no ceder, qué algo más decisivo hay? ¿Hay algo más? ¿El tipo era de verdad tan horrible o es  que la mujer, simplemente, intenta insultarlo de la forma más hiriente que puede? No podemos saberlo.

La acción que los define es la lucha por el bebé. Ahí ya no importa nada más, ninguna motivación, ninguna reacción, ninguna historia pasada en la pareja. Ninguno cede, el bebé sufre una agresión horrible y seguramente muere. El pasado y el futuro de ambos importa, ya, menos que un billete de lotería no premiado.

Ambos son responsables del desenlace, pero siempre nos vamos a preguntar quién es un poquito más culpable. Nuestro ropaje cultural nos impulsa a juzgar peor a la mujer porque claro, "una verdadera madre" esto y lo otro. Así funciona el mundo, y da igual si nuestros sentimientos nos avergüenzan o no.

"Mine" es cristalino al respecto, el tema va de egoísmo y de soluciones salomónicas. Pero hay mucho más para leer ahí adentro, y nosotros somos el texto más importante ahí metido.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Eduard Ramírez: LA CIUTAT ÉS AMABLE (...PER A UNS POLLETS, PER A ALTRES UNA FERA...) (y un poco también de L'USDEFRUIT ENCARA)

Precalentamiento


Frutos del trapicheo.
Yo, al contrario que la prologuista de La ciutat és amable, Anna Montero, huyo de todo lo añadido al texto del autor antes de acometer la lectura de un libro. De los prólogos, y sin que sea nada personal, como de la peste; e incluso de los epígrafes, que ya me vale. Después sí, lo leo todo, hasta el colofón y eso que escriben en las solapas, Dios nos pille confesados.

Supongo que la mía es una forma tan buena como cualquier otra de estirar la lectura de un libro antes de que se acabe aunque ya se acabó.

Primer tiempo

El autor escribe desde unos lugares que son ya parecidos a los míos, después de tanta vuelta. Es algo así como catártico leer la vuelta de la playa manejando en patas y esas cosas, acá lejos y hace tiempo.

Entretiempo

Sus versos con las manos en los bolsillos se me antojan ligados a una lejana lectura y por cuenta ajena de la poesía maldita de un poeta francés que, entre otras cosas y tangencialmente a lo que nos ocupa, estaba como una cabra. Vaya uno a saber.

Ser un Eduard Ramírez será, quién sabe, asumirse mestizo. No es ser un Eduard Ramírez Comeig ni un Eduard Comeig. La vida implica tomar decisiones, las decisiones implican riesgos.

¿La autopista puede ser un no-lugar? Ni sí ni no, seguramente, sino todo lo contrario, por supuesto. ¿Quién puede llorar en una gran superficie sin que, antes o después, lo inviten a retirarse? El disfrute, aunque provisional, es obligatorio.

Segundo tiempo

La ciutat és amable es un poemario que se me antoja intimista, reconcentrado, ligado a la realidad y a la vez testimonio de un voluntario acto de creación sobre ésta.

Que contar la realidad suele ser crearla lo saben bien los dueños de periódicos, por lo que también es alentador cuando desde otros puestos del uso de la palabra hay quienes se empoderan en ella. Si es cierto que "No hay mundo/si nuestros ojos/no se abren cada día",1 no es menos cierto, pues, que ese "espejismo de turistas/que somos/del asfalto"2 no nos reduce a ser la sombra de una sombra, una impune víctima de un país visitado, de un no-lugar que tolera el exceso cobrándoselo con el timo.

Si somos "espejismo de turistas" o es que no somos nada, como mucho una herramienta, o bien somos toda una persona, aunque parezca lo contrario. Del otro lado lo tienen claro: "No nos podemos sentir seguros cuando/el lenguaje toca la corneta:/tururú, tururú, tururú",3 y que aparezcan las fuerzas del orden.

Prensa deportiva

1 Las traducciones son mías: "No hi ha món/si els nostres ulls/no s'obrin cada dia." (18).
2 "miratge de turistes/que som/de l'asfalt." (16).
3 "No ens podem sentir estalvis quan/el llenguatge toca la corneta:/tururut, tururut, tururut." (28).

domingo, 13 de noviembre de 2016

Pedro Lipcovich: "EL CASTIGO"


Me lo regalaron.

Ni muerto ni vivo, ¿castigado?


«El castigo» (37-52) es uno de los cuentos que integran la antología de Pedro Lipcovich Unas polillas, ganadora del Premio Fondo Nacional de las Artes y del Premio Internacional del Cuento «Juan Rulfo».
El protagonista, Diego, llega un día de la escuela para comprobar que sus padres y hermana han comenzado a actuar como si él no existiera (39): «Un mediodía, cuando Diego volvió de la escuela, sus padres no se dieron por enterados de su presencia. Él comprendió que ya estaba siendo castigado».
Este «castigo» se prolonga desde este momento de infancia hasta más allá de la muerte de sus padres, que incluso agonizando tienen fuerzas para mantener la punición contra su hijo. Y se extenderá en el tiempo hasta superar la definitiva orfandad del protagonista, quien sólo puede gozar la vuelta a la existencia social durante unos instantes, ante una desconocida que lo trata normalmente hasta que otra persona le informa del «castigo» que Diego debe cumplir.
Diego tiene un temprano arrebato de rebeldía contra el «castigo»: golpea la mesa durante la cena. La hermana no puede evitar dirigirle la mirada, por lo que el padre la toma del brazo y la abofetea (39). Se celebra un funeral sin cuerpo presente después de que, con la complicidad del comisario, se descubre que Diego se ha ahogado y su cuerpo tragado por las aguas de un río (30-40). Diego se comporta como si fuera un fantasma, presenciando conflictos familiares y el paulatino declive físico de sus padres. Cuando cree haberse liberado del «castigo» y sale a la calle, se le ocurre inscribirse en la escuela para acabar su formación. Una empleada lo atiende amablemente hasta que otra la alerta, hablándole al oído. El «castigo», pues, continúa vigente.
En los subterráneos de la evidente alegoría sobre la represión social y paternal que el relato construye, además del influjo de Cortázar que se traduce en algunas intertextualidades más o menos evidentes y, quizás, también el de Quiroga, subyace otra cuyas claves sólo son desentrañables al lector informado de la historia argentina contemporánea, concretamente de la dictadura cívico-militar-eclesiástica autodenominada «Proceso de Reorganización Nacional», así como de algunos de sus más conspicuos discursos, los que aún resuenan en la memoria colectiva argentina.
Piglia (2004) afirma que los cuentos siempre cuentan dos historias. «Unas polillas», si cuenta dos historias, cuenta una primera historia que es diáfana para un lector universal, para el cual la clave para su comprensión reside en lo fantástico entendido como siniestro, algo que ya conoce habiendo leído al Kafka de La metamorfosis; la segunda historia está reservada para argentinos, el lector que tiene, naturalmente, las claves para desovillarla, porque es quien posee el «diccionario» con el cual «colaborar» con el texto de Lipcovich, construir los significados de la segunda historia. En este sentido, «Unas polillas» podría analizarse como una «obra cerrada» con un «Lector Modelo» ubicado en unas coordenadas socioespaciales inequívocas (Eco, 1993). Hayden (1992: 63) afirma que:

«(…) en la medida en que la narrativa histórica dota a conjuntos de acontecimientos reales del tipo de significados que por lo demás sólo se halla en el mito y la literatura, está justificado considerarla como un producto de allegoresis.»

El cuento de Lipcovich se presta a construir, pues, una lectura alegórica, habida cuenta de que la trama despierta ineludibles resonancias en la memoria de la historia reciente que puede tener un lector argentino o familiarizado con su historia. Y no parece casual que el cuento que inmediatamente le sigue, «Clase magistral» (Lipcovich: 53-60), construye también, desde lo fantástico y siniestro, una alegoría acerca de la «banalidad del mal» (Arendt, 200), con sus ejecutores burocráticos, sin pensamiento, sus víctimas inermes, entregadas agonizantes al síndrome de Estocolmo.
El Teniente General (destituido) Jorge Rafael Videla estuvo al frente de la etapa más sangrienta de la dictadura, donde se acometen las mayores y más numerosas violaciones a los DDHH, y el mayor número de asesinatos (en 1978, apenas dos años después del golpe, el mismo estado argentino reconocía ya la eliminación de 22000 personas). Sin embargo, Videla tenía una virtud que lo destacaba entre sus camaradas: su depurado uso de la lengua, que lo hacía capaz de enfrentar conferencias de prensa y desgranar largas respuestas, más que correctas tanto a nivel gramatical y conceptual, incluso estilístico. Una muestra de la belleza siniestra que Videla dominaba con soltura en su discurso es su definición de la figura del «desaparecido». Así respondía, en la recordada conferencia de prensa de 1979, a un periodista que le consultaba acerca de qué medidas adoptaba o pretendía adoptar el Gobierno para resolver el problema:

«(…) frente al desaparecido, en tanto esté como tal, es una incógnita el desaparecido. Si el hombre apareciera, bueno, tendrá un tratamiento X. Y si la desaparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento tiene un tratamiento Z. Pero mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido (…). Frente a lo cual no podemos hacer nada (…)».



Las palabras de Videla son un elemento vivo del relato acerca de la dictadura. Todavía sirven para titulares de artículos periodísticos tanto del país como del exterior. «Ni vivo, ni muerto» es el título de una película estrenada en 2002, ambientada en los años de plomo.
Pero el bestiario de citas estremecedoras de la dictadura no sólo se ha nutrido de declaraciones cuyo autor es conocido. También han trascendido otras, las más de las veces bastante cortas, de las cuales no hay constancia de la fuente. Normalmente funcionaban como frases hechas, como latiguillos que debían servir para desaparecer el pensamiento crítico: «algo habrá hecho». El asesinato o la desaparición, incluso de personas concretas de quienes se sabía nombre y apellido estaba justificado porque, sencillamente, «algo habrán hecho».
Diego es, pues, anulado, quitado de la vida por un «castigo» a una falta que nunca se explicita. Ha desaparecido y la vida sigue. Su familia continúa la existencia. Porque Diego «no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido». Oficialmente, después de un apaño legal en el que se ha contado con la complicidad de la policía, Diego ha muerto en el río, que ha tragado su cadáver, en paralelo con una de las prácticas habituales de desaparición de cuerpos de la dictadura, los «vuelos de la muerte», cuando arrojaban vivos y drogados a los secuestrados desde aviones que sobrevolaban el Río de la Plata.
El «castigo» es absoluto e implacable. Diego es castigado por propios y extraños. Diego mismo «comprende que ya ha sido castigado» al llegar a casa en el primer párrafo. Bastan unas pocas palabras dichas al oído, en las últimas líneas, para que una extraña se sume al «castigo». El lector, a quien nunca le informan por qué ha sido castigado Diego, debe rendirse a la evidencia de que algo habrá hecho Diego. Y algo gravísimo, habida cuenta del castigo inconmensurable. Y por eso está condenado a no estar ni muerto ni vivo, a deambular.
Frente a lo cual no puede hacer nada…

Bibliografía:
  • Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Barcelona: Lumen, 2000.
  • Eco, Humberto. Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo. Barcelona: Lumen, 1993.
  • Lipcovich, Pedro. Unas polillas. Buenos Aires: el cuenco de plata, 2009.
  • Piglia, Ricardo. Tesis sobre el cuento. En: Fernando Brugos (ed). Los escritores y la creación en Hispanoamérica (pp. 547/550). Madrid: Castalia, 2004.
  • White, Hayden. El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica. Barcelona: Paidós, 1992.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Xabier Makazaga: MANUAL DEL TORTURADOR ESPAÑOL


Comprado en Todocolección.

Una de cal


Que haya dos Españas no significa que exista un empate entre ambas. La que hiela el corazón gana por goleada. Es por eso que el españolito que viene al mundo necesita toda la ayuda que Dios pueda darle. Y es que, para desgracia de quienes reciben las hostias, Spain is different: Juan Carlos I juró en su coronación seguir los principios del fascismo; Adolfo Suárez fue un jerarca fascista; Leopoldo Calvo-Sotelo fue un jerarca fascista; sobre Felipe González, amigo de genocidas, pesa una ponderable acusación de haber sido el señor X; Aznar fue amigo de dictadores e impulsor de golpes de estado en Latinoamérica; Zapatero, en fin, pobre Zapatero… nunca tuvo problemas en vender armas a dictaduras asesinas y no solucionó nada; Rajoy, que indulta, condecora y asciende a policías asesinos y torturadores, seguramente como todos los anteriores, no tiene problemas en que los refugiados se ahoguen en el mar mientras la Guardia Civil les dispara o que sufran un destino siniestro en dicta¿blandas? cómplices.

Sí, Spain is different: siendo el único país de Europa abandonado a su suerte cuando el avance del fascismo, es el único país también en que éste ganó la guerra; después de la dictadura eterna mientras duró los desaparecidos se cuentan por centenares de miles, el robo de niños por decenas de miles, aquí paz y después gloria: las tumbas de los desaparecidos, convertidas en pipicanes. Porque la Transición fue modélica, y por eso toda la geografía española está brotada de enaltecimiento del terrorismo (de estado) y de humillación a las víctimas (del franquismo). 

Que Spain is different ya lo sabía Ortega, por ejemplo, que a la hora de enfrentar al fascismo, en vez de espetarles que le parecía inútil pedirles que pensaran en España, antes bien se cabreaba con quien, desde el extranjero, se atrevía a militar contra su avance. Porque Spain is different y los guiris, usufructuando su ignorancia radical, bizcoturmente no se enteran. 

Los nativos lo tienen muy internalizado eso de que son differents. ¿Que un extranjero se queda boquiabierto ante una Plaza de la División Azul o una Avenida del Caudillo?: Hombre, joder, vamos, ¡venga ya!

Al momento de escribir estas líneas, el Tribunal de Estrasburgo ha condenado ya ocho veces a España por la nula predisposición a investigar las denuncias de torturas contra los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, esas mismas a las que pertenecía el que mató a Carlos Palomino en el metro de Madrid; esas mismas cuyos miembros se libran de condenas cuando dejan a manifestantes sin ojos; esas mismas cuyos miembros, si son condenados por asesinatos o torturas, primero los indultan, después los condecoran y mientras tanto los ascienden; esas mismas cuyos miembros de fuerzas creadas por jerarcas fascistas de primer orden se tatúan esvásticas y las airean sin ningún pudor en procesiones, instantes antes de ir a emborracharse a bares fascistas; esas mismas cuyos miembros lanzan balas de goma a inmigrantes que se están ahogando y primero se libran de cualquier condena y, por supuesto, lo ha adivinado usted, esforzado o desocupado lector, después son condecorados. Y antes, durante o después, son ascendidos.

¿Se entiende, más o menos, por qué Spain is different? En todo caso, no es Venezuela. Como es tan different, este brevísimo listado —un brevísimo listado hecho de memoria, prácticamente sin necesitar buscar nada en Internet, rejuntando datos de dominio público, archiconocidos, de esos que se pueden contar en un bar sin que ni siquiera el más facha pueda acusarlo a uno de mentiroso— no le importa a casi nadie, ni dentro ni fuera. Y es por eso que Manual del torturador español —que dicho sea de paso puede descargarse gratuitamente en la página de la editorial— es un libro imprescindible, porque habla de una realidad de la que nadie quiere hablar o, en todo caso, dejar hablar. Y de la cual hay poderosas fuerzas que ayer, hoy y siempre han estado dispuestas en ocultarlo. Lo saben bien los bibliotecarios vascos, testigos de la “quema de libros” que se ha producido en sus estantes cuando la prensa más reaccionaria ha denunciado como un pecado su presencia al alcance del público: el libro fue retirado ipso facto de las bibliotecas. Sí, le hicieron eso que suele llamarse censura. Incluso aquellos que se hacen llamar a sí mismos socialistas. Incluso a pesar de que "la derrota literaria de ETA sigue pendiente"...

Una de arena


Manual del torturador español es, pues, un libro maldito. El tema que trata es casi un secreto a voces y un tabú al mismo tiempo. Leyéndolo, recupera uno las sensaciones de lecturas anteriores. En mi caso, y salvando las distancias, las de Nunca más o Tejas verdes, diario de un campo de concentración. El trabajo de Xabier Makazaga, aunque fundamentalmente es un informe —lo cual lo relacionaría con el de la CONADEP—, también tiene algo de testimonio, aunque no de la intensidad que presenta el relato del chileno Hernán Valdés: el autor no ha sido torturado sino, según explica, convencido por una puesta en escena de que en un futuro cercano sí lo sería.

Hasta tal punto es infame el tratamiento de la tortura en España, que quienes se atreven a señalar su práctica, incluso encaramados sobre atalayas que en el 99% de los casos garantiza la inviolabilidad de quien profiere cualquier otro tipo de declaración (cfr. Sánchez-Cuenca, Ignacio. La desfachatez intelectual), rápidamente pueden verse devorados por un remolino de presiones y ataques de todo tipo que no buscan otra cosa que su completo hundimiento personal y profesional. Lo saben bien jueces como José Ricardo de Prada, que sólo por señalar la evidencia de que en España se tortura y se garantiza la impunidad de los torturadores ha visto cómo, ipso facto, distintas de las llamadas asociaciones de víctimas del terrorismo —que suelen englobar a familiares de éstas, en realidad, y que sólo condenan un tipo de terrorismo, jamás el cometido por el estado— y miembros del poder ejecutivo han activado un dispositivo impiadoso para apartarlo de la judicatura. En el mismo país, por si se había olvidado, en que se indulta, condecora y asciende a los policías que torturan. No sería de extrañar que la jueza Amaya Olivas sufra un asedio similar.

Volviendo al libro de Xabier Makazaga, tengo que señalar que, al acabar la lectura, y en realidad casi desde el principio, eché en falta un mayor cuerpo bibliográfico, más profusión de citas donde consultar toda una serie de afirmaciones acerca de las cuales creo que, por la gravedad del tema, no debería permitirse ningún resquicio a la duda. En este sentido, aparte de una urgencia que se intuye en pequeñas desprolijidades de redacción y de armado, es bastante evidente que la edición no parece haber sido pensada más que para convencidos. De consumo interno. Un ejemplo: si leo que un detenido ha sido inculpado de un ataque a un cuartel de la Guardia Civil por los testimonios de una serie de etarras puestos en régimen de incomunicación, un ataque que después se descubre que se habría producido al mismo tiempo que ese detenido sufría un accidente de tráfico certificado por una actuación administrativa de la Ertzaintza, necesito que me des algo, aunque más no sea el nombre de un periódico y la fecha que se publicó esa noticia. Aunque sea que me aclares que los hechos están recogidos en "testimonios", "entrevistas", algo. Y ejemplos así hay varios.


Los defectos no desmerecen la lectura, la urgencia de la misma, lo imprescindible que es...

domingo, 4 de septiembre de 2016

Suzanne Collins: LOS JUEGOS DEL HAMBRE; Stephenie Meyer: CREPÚSCULO

LJdH, prestado de una biblioteca.
C en un libro electrónico
(aunque lo tengo en papel, en fin...).
La novela rosa siempre cuenta la misma historia: una parejita que se pelea y se arregla un montón de veces hasta que al final se arregla. Puede haber un triángulo amoroso y, si tiene muchas páginas, tanto mejor. Pero esto último no es imprescindible.

Los juegos del hambre (al menos considerada la saga entera) y Crepúsculo son sendas novelas rosas, cumplen con lo obligatorio y con lo opcional. Novela rosa de aventuras, siendo específicos. Y, siendo más específicos, de vampiros la primera y de Ciencia Ficción la segunda.

La historia de Stephenie Meyer, a su muy particular manera, está emparentada con la de Harry Potter, porque cuenta también la lucha de su protagonista por ser popular. Los juegos del hambre no, se presenta acaso más madura, seguramente porque el tema lo requiere o permite: el escenario es un mundo apenas lejano en el tiempo, una dictadura avanzada tecnológicamente. Una distopía en toda regla. No tan sabia como sus predecesoras ilustres, pero que tampoco se desmerece frente a ellas, quizás y posiblemente y sobre todo porque la dictadura que profetiza hunde sus raíces en la observación de (nuestro) presente, sociedad del espectáculo y todo eso.

Hace poco leí que los Best-Sellers, en el mercado yanqui, generalmente, tienen como protagonista una mujer que suele ser abogada o, en todo caso, una profesional brillante. Los juegos del hambre cumple también con esta condición: Katnis Everdeen es todo lo parecido a una profesional brillante que la historia puede encajar, ya que es una talentosa especialista en el arte de cazar animales y personas. Para más inri, pasa el test de Bechdel (difícil sería que no lo pasara si la protagonista es una mujer, digo yo).


Pobre Katniss Everdeen, en la saga de libros se nota mucho mejor que en la película que su destino, en un contexto en el que la revolución se come a sus hijos, es bastante parecido al de cualquier niño soldado, es decir, acabar destrozada psicológicamente, con muchos de sus valores trastocados hasta tal punto que, sin que sea una sorpresa porque es lo que toca, en las páginas finales se parece mucho más a su siniestra némesis, el presidente Snow, de lo que a ella misma le gustaría si su personalidad fuera la del principio de la historia.



Subversiva no me parece que sea demasiado la novela de Suzanne Collins (aunque, como siempre, la clave está en la lectura). Es cierto que nos cuenta una dictadura, y por lo poco que recuerdo de cuando vivía en una está bastante bien contada además, pero no sé, en este presente tan there is no alternative que vivimos no sé yo cuánta reflexión crítica moviliza este texto. Quizás llegó demasiado pronto o demasiado tarde. En todo caso, forma parte de una pequeña obsesión o moda de esta época, la de los futuros distópicos en clave de aventuras, como Elysium, Blade Runner, Resident Evil, Aeox Flux, Total Recall y tantas otras. Lo cual, bien mirado, es bastante findesiglero pero, sobre todo, es muy There is no alternative.

Un poquito de miedo...

 
Crepúsculo llegó a hastiarme, no así Los juegos del hambre. Como novela de aventuras que es, Los juegos del hambre cumple con lo que promete, aparte de que tiene una prosa mucho más sabrosa. Y se lee de una sentada. Siempre y cuando esa sentada sea un viaje en avión de doce horas...