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jueves, 16 de abril de 2020

Gene Gnocchi: STATI DI FAMIGLIA

Creo que me lo compré en Italia.
Gene Ghocchi es un tipo muy conocido en Italia, y parece que hace de todo. Stati di famiglia es una novela corta de humor delirante. Un narrador personaje que cuenta, imperturbable como si su idiotez fuera muy profunda, toda una serie de disparates que van acaeciendo.

Hay una familia, hay un crimen, todo el mundo mantiene la compostura. Básicamente.

¿Qué puedo decir cuando el narrador cuenta cosas delirantemente cómicas sin que se le mueva un pelo? Pues no sé, depende. Si lo hace Ambrose Bierce mientras escribe el "Aceite de perro", no puedo más que hacer la ola, prenderle velas a Bierce, pagarle una misa. Es demasiado gracioso cualquier cosa que escriba Bierce haciéndose el gracioso. Pero cuando no es extremadamente gracioso, el narrador idiota me cuesta soportarlo, y cada vez más, ahora que me voy haciendo viejo e intolerante.


sábado, 1 de febrero de 2020

Releyendo SHORT CUTS, de Raymond Carver

Desesperado estaba por leer estos cuentos en versión original, y al final me hice con un ejemplar de segunda mano a través de ese paraíso del librito usado y barato llamado iberlibro.com.

El primer cuento que leí, cómo no, fue "So Much Water So Close to Home". Ahí me enteré de que había varias versiones de este texto, y que Las Provincias había publicado la versión reducida. Que si el editor había metido mano, que si hay versiones nuevas, que si vamos a vender más libros. A mí, al menos, me los vendieron. En camino están Beginners y  What We Talk About When We Talk About Love, Iberlibro mediante.

Short Cuts es más sencillo de leer que Diary of a Wimpy Kid, para un estudiante intermedio de inglés como yo. El bueno de Jeff Kinney nos tira por la cabeza un festival de phrasal verbs que serán del todo desestructurados y macarras e inteligibles para un nativo, pero arduos para un tipo como yo. El librito de Carver no va por esos caminos. De hecho, me está resultando bastante más inteligible que The Great Gatsby, que se me cae de las manos cada vez que lo agarro, muy a mi pesar.


Los cuentos de Carver nos presentas parejas disfuncionales que se ahogan en vasos de agua. Nos tiran por la cabeza sobredosis de vergüenza de esa que llamamos ajena, y nos pone en los zapatos de gentes que se meten en la casa de vecinos y en problemas, de maridos obsesionados con la imagen de sus esposas, de vendedoras ambulantes de vitaminas hacia las que no podemos sentir sino la más furiosa de las empatías. Es fácil.


¿Qué decir de las dos versiones de "So Much Water So Close to Home"?

En la versión reducida, el protagonista parece que impone su "vos lo que necesitás es un buen polvo" a la narradora, o eso es lo que asumimos. O quizás eso no es lo que pasa, sino que el cuento se acaba ahí porque no hay nada que contar, toda vez que su marido no entiende nada ni cambia de ninguna manera. La narradora, pues, nos ahorra más detalles, nos deja con su "ahí lo tenés, al pelotudo".  En la versión extendida, por su parte, la narradora aparentemente no cede. O quizás sí, porque su última explicitación del horror puede significar "sí", pero también "no", al "vos lo que necesitás es un buen polvo" de su  marido.

En todo caso, una diferencia que se puede hacer es que el último acto inmóvil de un protagonista se reserva al marido, en la versión reducida, y a la mujer en la extendida. El problema no tiene solución, y la incomunicación impone su ley.


Afascinado ando, con los cuentos de Carver.

domingo, 12 de enero de 2020

Raymond Carver: VIDAS CRUZADAS

Ni idea de cómo me lo traje a casa.
Acabaron cautivándome estos cuentos de Carver. El de los tipos que van a pescar y se encuentran una mujer muerta en el río lo conocía de hace unos años, ya, porque estoy bastante seguro de que vi su adaptación a la gran pantalla. Pero de los otros, creo que ni noticia.

Parece mentira que una empresa dedicada a la producción de papel higiénico haya editado la colección Cine para leer tan estupenda. Cada vez que me cruzo con un ejemplar de ésta, en los rastros y casas de empeño en los que suelo entrar a la búsqueda de libros, acabo comprándolo.

Desde hace un tiempo que vengo escuchando una TED Talk en italiano en la que analizan brevemente el cuento de la mujer asesinada en el río (hay también una grabación en inglés del cuento en sí, si se busca un poco en YouTube). Y bueno, me encontré mi librito entre mis libros, que no recordaba que lo tenía, y me lo leí. Desesperado estoy por leerlos en versión original, que espero me llegue en unos días.

Los cuentos de Carver que he leído son pinceladas impiadosas de la vida de gente que podrá despertar más o menos respeto en nosotros, pero que está al límite y sufre. Gente de clase media o baja, generalmente, en el momento de sus vidas en que todo cambia, y que ese cambio los puede hacer mejores, peores o, simplemente, hacerlos mierda. Gente que sabe hacer limonada con los limones que recibe, o que no sabe, o que no le importa.

Y no se puede pontificar mucho sobre los cuentos de Carver, porque lo que hacen sus personajes te lo lanzan a la cara, y hacé vos el trabajo de entender por qué lo hacen. Pero no vengás a decir que tenés clarito todas sus motivaciones, porque no hay bola de cristal en esto.

Yo soy bastante talibán de las dos historias de Piglia y todo eso, de que los cuentos son máquinas de relojería, de que tienen que ganar por nockaut. Carver no es así, no es ni Quiroga, ni Borges, ni Cortázar. Es muy fácil escribir fantochadas si uno se olvida de que tiene que haber dos historias y, desde luego, lo de Carver no es ninguna fantochada. Y su fama no es debida, solamente, a que es un gringo, como me pareció mientras leía el primer cuento del librito. Carver me ha dejado bastante loquito por seguir leyendo sus cuentos. Del primero al último.