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jueves, 20 de junio de 2024

Philip K. Dick: Do androids dream of electric sheep?

No recuerdo cómo lo conseguí
La primera ve que leí esta novela tendría más de 15 y menos de 20, en español, y ahora, a los 50, la acabo de leer en inglés. Cómo funciona la memoria, me acordaba de tantísimas cosas apenas vueltas a leerlas. La tortura de la araña, el sapo eléctrico, la estupidez de los brillantes androides, etcétera.

Después de esta novela leí, creo que completa, El hombre del castillo, y ahí sí que casi no me enteré de nada. Y eso, si no me acuerdo mal, y si dejo de lado las adaptaciones para las pantallas, es lo último que hice con Dick, hasta hoy.

Creo que Do androids es una buena lectura antes o después de The Road y, quizás, de Leave the world behind, que todavía no leí, pero le tengo muchas ganas a pesar de la banda sonora for dummies de la adaptación de Netflix. Novelas en las que hay un apocalipsis y un estado de cosas nunca terminados de explicar, todo muy angustioso e irreparable. 

miércoles, 24 de julio de 2019

Joe Haldeman: LA GUERRA INTERMINABLE

Ya no lo conservo, aunque debería.
Leí La guerra interminable porque en fin, había aparecido el libro en casa, ni idea de cuándo, cómo ni por qué, y me lo acabé leyendo.

Está bastante bien, la novela. Hacía tiempo que no leía ciencia ficción, con lo que la he querido, y el librito de Haldeman me dio bastante de lo que me gustaba que me dieran en mis tiempos.

El protagonista es un soldado que narra sus periplo guerrero. Como varias veces tiene que hacer enormes viajes, la Humanidad va cambiando mientras él hiberna, y cada vez que despierta todo es diferente, pero lo que se mantiene es la manipulación del gobierno sobre la población en general y los soldados de baja graduación en particular. El enemigo, una raza alienígena que parecía que era malísima y después parece que no lo es tanto. En realidad, los malos acaban siendo los mismos que en Avatar.

Dicen por ahí que La guerra interminable es una respuesta a la mierda esa que escribió Heinlein, Tropas del espacio.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Arkadi y Boris Strugatsky: PICNIC EXTRATERRESTRE

Supongo que era de mi viejo,
quien también pasó por una
época que devoraba CF.
¿Quién sabe? Quizás era nuevo
cuando se lo compró (aunque lo más
probable sea que se haya hecho
con él en el Parque Rivadavia.
En fin).
En fin.






1

En la memoria de gesta que conservo, hubo un tiempo en el que sólo confiaba en Minotauro a la hora de leer Ciencia Ficción. Cualquier otro libro del género chocaba contra una desconfianza impermeable, si se cruzaba en mi camino. La mía, supongo, era una forma tan cobarde como cualquier otra de tenerle miedo al cambio, pero fue la que era. Y sólo a través de libritos como Ciudadano del espacio (Nebulae, qué angustiosa la idea de volver a leerlo) o Lo mejor de la Ciencia Ficción rusa (Bruguera) fue que mi desconfianza acabó desmoronándose.

Y también gracias a Picnic extraterrestre, editado por Emecé en Buenos Aires en 1978, y que todavía conservo, con su olor a revista El Tony, con sus reparaciones hechas a la cinta de embalaje aplicada hace décadas, con su lomo perfectamente desintegrado, uno de los pocos ejemplares del género que se salvó de ser desbaratado de mi biblioteca cuando me vine de la Argentina a España.

2

Picnic extraterrestre es un clásico, una novela corta que, al menos de oídas, todo seguidor de la CF conoce. Si te gusta la CF, sabés que de Rusia vinieron los hermanos Strugatsky y el cuento "Los cangrejos caminan por la isla".

¿De qué va PE? Un buen día aparecen, desperdigados por lugares inhabitados de la Tierra, unas zonas con, aparentemente, deshechos de todo tipo, abandonados por una sociedad alienígena en su paso por el planeta. Los seres humanos son como hormigas que se encuentran una pila sulfatada junto a un terrón de azúcar: están jodidos: mucho control gubernamental, mucha militarización, pero el mercado negro florece alrededor de las zonas: las pilas sulfatadas de los extraterrestres tienen un valor, mucho más que la vida de los stalkers (merodeadores) que se infiltran en las Zonas y se llevan a casa lo que pueden. A veces, con suerte, haber sobrevivido. Pagando un precio.

3

Existen varias traducciones al castellano. La primera, una traducción tomada de la versión inglesa. Después aparecieron traducciones directas del ruso. También, controversia acerca del título. Hay incluso una edición en catalán, Picnic a la vora del camí, que alguna vez tuve pero que acabé vendiendo por Wallapop o Todocolección antes de leerla (la biblioteca del pueblo ya tiene un ejemplar de esta edición).

Por haber, hay incluso versiones censuradas y que los autores no reconocen como propias. De hecho, es recién la edición rusa de 1990 la que A y B Strugatsky dan por buena. Dos décadas después de que su texto apareciera por primera vez a los ojos del mundo.