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sábado, 23 de diciembre de 2017

Alessandro Baricco: SENZA SANGUE

Lo compré en una librería.
Dos ancianos vuelven a encontrarse por segunda vez en sus vidas. La primera vez, hundida en la noche de la guerra, fue cuando el hombre descubre a la mujer, siendo ésta una niña, escondida en la casa en la que acababan de ser asesinados su padre y su hermano. El hombre no avisa a sus camaradas, y la niña se salva. España, recién acabada la Guerra Civil, tiempo de represalias.

A partir de esta premisa, de este afortunadísimo golpe de suerte de la protagonista (lo normal hubiera sido que la violaran entre todos, después la torturaran y después la asesinaran, que es lo que habitualmente hacían las bandas que conformaban lo que actualmente es el Partido Popular), es que se construye una historia vertebrada en el diálogo de estos personajes junto a las medidas, dirigidas enunciaciones del narrador, siempre poniendo el ojo en la memoria, en el testimonio, en el testigo.

Yo no estudié a Giorgio Agamben, pero algo sé de por dónde van sus tiros, porque algunos fragmentos de su obra sí que leí, mientras cursaba un posgrado. Parece bastante claro que a Senza sangue hay que barajarlo con Agamben y ver qué sale de todo eso. También, con el David Becerra Mayor de La novela de la no-ideología y, seguramente, el de La guerra civil como moda literaria (que todavía no leí).

Los protagonistas son dos actores y dos testigos, su testimonio tiene toda la verdad y toda la duda, y el narrador nos lo va señalando todo el tiempo, tanto a partir del accionar de sus personajes principales como cuando describe el entorno. Todo es materia de testimonio en Senza sangue, y si eso no se lo tiene claro mientras se lee la novela, no parece que se pueda ser consciente de su funcionamiento.

Baricco, con sus pinceladas maestras, consigue que nos apiademos de forma infinita de un verdugo fascista. Nos cuenta cosas como que el viejo tenía el cuello mal afeitado, como todos los viejos del mundo, o que llora sin taparse la cara. Esas cosas funcionan. Nos apiadamos del fascista que, para más inri, y disculpen el más que previsible spoiler, al final se queda con la chica. Y sí, es una forma no tan buena como cualquier otra de mostrar que "el Franquismo ensucia todo lo que toca. Incluso, en algunos tristes casos, a sus víctimas más directas".

Me gusta cómo escribe Baricco, y leo sus libros con bastante premura. Eso es indiscutible. Pero este libro, tan bellamente escrito, también es repugnante.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Alessandro Baricco: NOVECENTO. UN MONOLOGO

Me lo compré en una de las
librerías cercanas a la EOI.
Mi biblioteca, casi exclusivamente
monolingüe en castellano tiempo ha,
se mecha en bucles,
en oleadas,
de libritos primero en catalán,
ahora también en italiano.





Comencé a leer Novecento con la misma desconfianza que me producía Seta cuando lo leí el año pasado. Hace unos meses intenté escuchar una versión recitada que había encontrado en YouTube, pero no la acabé, no me gustó.

Me compré hace unos días un ejemplar pequeñito de Novecento, y lo leí en un par de días. Al final me gustó, me pasó lo mismo que con Seta.

No es ninguna novedad que Baricco, como Isabel Allende o William Faulkner, es de esos escritores que uno puede describir, sencillamente, como que escriben como García Márquez. Sin entrar en más análisis, apelando a sobreentendidos, que así la vida es más buena y leve.

Yo suelo apelar a un atajo y coartada que me estalvia tener que explicarme y acabar haciendo el ridículo. Yo digo cosas como "si te gusta Fulano, seguramente te va a gustar Zutan@". No es una fórmula mágica, y desde luego que si te gusta García Márquez no tiene por qué gustarte Baricco. Pero yo, como Sartre, sé lo que iba a hacer y eso será lo que hice, he tomado una decisión. 

Novecento es un monólogo, es un tipo, trompetista en un barco, que cuenta la historia del pianista, un tipo que nació en el barco y que jamás pisó tierra. El narrador-actor apenas cuenta nada de sí mismo, su atención está fagocitada por Danny Boodman T.D. Lemon Novecento, el pianista nacido sobre el agua, el pianista que sólo puede tocar el piano cuando tiene el océano bajo el culo.

La versión cinematográfica tranquiliza al espectador por la vía de la comedia y la ligera infantilización de los personajes, pero llega un punto en el que uno no puede menos que entreleer el amor a través de la predilectada amistad no correspondida que el narrador expone trágicamente ante los ojos del público. Como cuando uno leía, de muy joven, El retrato de Dorian Gray, y lo que se suponía era inaceptable, y ahí llegaba el autor para ponerle a uno delante de la nariz a la bellísima Sibyl Vane, para que uno pudiera respirar aliviado. En el caso que nos ocupa, en la imagen de una mujer sin anillos en los dedos y con la piel transparente. Una forma tan buena como cualquier otra de introducir un triángulo amoroso, además.

Es claro que a Novecento hay que tirarle a Freud por la cabeza y ver qué sale del menjunje, porque los hitos están plantados por el autor ahí, visibles y perturbadores, embarrando la frontera.

El otro día me compré Senza sangue. Tengo bastantes ganas de leerlo.

domingo, 14 de mayo de 2017

Alessandro Baricco: SETA (versión simplificada)

Comprado en una librería.
Alguna vez me tenía que pasar.
Al final, Seta (que no Seda, porque al fin y al cabo lo leí en italiano [la han traducido a decenas de idiomas, ya]) me dio prácticamente todo lo que puedo pedirle a una novela cuando la leo. Y mirá que la cosa no pintaba bien, eh, porque lo agarré con dos deditos en la librería cuando me lo mostraron, la única ventaja que le veía era que me costaba unos cinco euros menos que cualquier otro de los de la lista que nos había pasado la seño de italiano.

Novela dizque histórica. Sobre jodidos traficantes de jodidos gusanos de seda. La muerte en vida pasando páginas hasta que acabe. Pero al final resultó que no. ¿Qué hubiera pasado si en vez de Baricco esta novela la escribía García Márquez, Isabel Allende, Laura Esquivel o Marguerite Duras? ¿O quizás Flaubert? Tal vez nada (o nunca o nadie, o sea), pero por ahí van los tiros.

Baricco escribe su historia haciéndola funcionar como un jodido mecanismo de relojería. Hay cosas que se repiten rítmicamente; cosas que se eliden una y otra vez, también rítmicamente; personajes que parecen el padre y la madre, el alfa y el omega del personaje plano, hasta que resulta que en realidad no lo era tanto, y en el momento justo; esas cosas. Mucha preocupación por la forma, predilección por dejar en silencio algunas cosas y otras no.

Seta cuenta una historia de amor y un triángulo amoroso y es literatura de viajes e histórica. Sus personajes son cuidadosamente imposibles, a la manera que sólo saben construirlos los escritores de finales del siglo XX y principios del XXI. Hay un traficante de gusanos de seda, un mentor, la mujer del traficante, un japonés muy poderoso que vive en Japón, una misteriosa mujer con rostro de niña y de occidental que parece ser la mujer o amante o lo que sea del japonés, y una madama japonesa afincada en Francia que es el emulgente. Y una tensión sexual a veces consumada y a veces no que te la voglio dire.

¿Debería, pues, comprarme por Internet una versión completa de esta novela y que me la envíen desde Reino Unido por cuatro moneditas o menos? Quizás sí, seguramente. ¿Con qué debería comparar esta lectura simplificada, para hacerme una idea? ¿Con la versión del director o con las partituras simplificadas? Porque hace años, me parece a mí, y si dejamos de lado las Caperucitas o Pinochos que leo en voz alta a la hora de dormir, que no leía ninguna versión simplificada de nada. Y es un tema, éste, porque mi novelita simplificada es como que no le faltara ni le sobrara nada, y tiene su mérito, porque si hay algo que repite todo el mundo cuando habla de Seta es que la novelita es cortita. La han hecho más cortita, y sigue funcionando. Quiero decir, sigue funcionando como maravillosamente bien funcionaba El exorcista antes de que el director enseñara al mundo su desvariante versión del director. Pero con Seta no tiene por qué pasar lo mismo, ¿verdad?

En fin. Me parece, iberlibro.com, que hacia allí voy...

PD de finales de mayo) Al final me fui a una biblioteca a buscarme una versión completa de esta novela. La estoy leyendo, y la verdad que es bastante parecida a lo que leí antes. Aunque tal parece ser que lo más pillín/pecaminoso se había quedado en el camino en mi librito para estudiantes.