lunes, 26 de septiembre de 2016

Jorge Icaza: EL CHULLA ROMERO Y FLORES; HUASIPUNGO

Conseguidos en rastros o casas
de empeño, andá a saber.

No lo recuerdo bien, pero es casi seguro que la edición que tenía en Buenos Aires de El chulla Romero y Flores era la de Losada. Fue uno de esos libros de literatura latinoamericana que, seguramente con un gesto de despecho, no acabé metiendo en la valija de libros que me traje cuando me vine a España (me ocurrió lo mismo con Lituma en los Andes). Y eso a pesar de que, por su origen, esa novela debía ser de la más absoluta prioridad. Pero venía de leer Huasipungo, y El chulla... me había quitado las ganas de volver a leer a Jorge Icaza.

Huasipungo me había dado todo lo que yo quería al momento de leerla. Venía de leer, ya, y si no recuerdo mal, las novelas Lázaro y El mundo es ancho y ajeno, y la literatura indigenista me encantaba. Huasipungo me impelía a comprar y leer cualquier otra cosa que hubiera escrito su autor, y eso fue El chulla..., que no sé si lo encontré en alguna de las ferias de libros usados del parque Rivadavia o Centenario y me lo compré sin dudarlo. O quizás ya lo teníamos en casa. Qué se yo.


Fue leer esta segunda novela de Icaza y que se me quitaran las ganas de volver a leerlo. Hasta hoy, la verdad. Por una cuestión de gustos, en definitiva. La misma que me impide leerlo a Josep Pla, por ejemplo, cuando se me caen de las manos sus novelas protagonizadas por ricachones y no tanto venidos a menos.

No me gustó, por ejemplo, la imitación del palabrerío engolado que hace de sus personajes el autor ecuatoriano. Eso me tiró para atrás. No pude superarlo porque venía de la brutalidad de la prosa de Huasipungo, de su espantosa écfrasis de la miseria y la explotación de los indios y los mestizos ([...] "un crío de flacura increíble, que en vez de succionar voraz su alimento boqueaba con pereza de agonía"), víctimas y victimarios, a su vez, de paredes para adentro ("los carajos del machismo impotente"; hay además una magnífica y muy sintética descripción de la violencia de género en esta novela, un fragmento de los que no se olvidan pero que hojeándolo no pude volver a encontrarlo).
Traído de la Argentina.
Comprado en una librería de viejo
(son dos libritos de Losada
encuadernados primorosamente  juntos).

Después de Huasipungo, pues, El ch R y F me supo a tierra, a humo, a polvo, a sombra, a nada...

Pero es una cuestión de gustos, eso no puedo dejar de recalcarlo. Y me encantaría poder decir "si te gustó esta novela, te va a gustar El chulla...", porque eso es lo que yo agradezco cuando me hablan de cualquier libro, pero ahora mismo no se me ocurre nada. Con Huasipungo es más sota caballo rey: si te gusta Ciro Alegría, te encantará Huasipungo.

En casa tengo dos ediciones de El chulla... Una de Archivos, y la otra de una editorial ecuatoriana, Libresa, que también tiene sus estudios y sus cositas, su siempre apreciable paratexto trabajado, como a mí me gusta. Ambos ejemplares me fueron irresistibles cuando me los crucé vaya uno a saber cuándo y dónde, de segunda mano el pequeñito y directo del depósito el otro.

Y sí, tengo dos ejemplares de una novela que no me gusta. Así de enfermito soy.

PD) Hace un rato me enteré de que Huasipungo está en Cátedra. Me muerdo los puños para no comprarla...

lunes, 19 de septiembre de 2016

Ferran Torrent: SOCIETAT LIMITADA


Comprado en una casa de empeños.
Societat limitada es una novela de 2002, la primera de una trilogía centrada en las miserias políticas y económicas que el huracán pepero descargó sobre Valencia. 

El año 2002 sucedió más de una década antes de que la unión de tres partidos consiguiera desalojar del poder a la antigua Alianza Popular. Eran épocas de travesía en el desierto, en que señalar los casos puntuales de corrupción, las zonas erróneas del partido de Fraga podía hacerlo a uno acreedor a una buena trompada en toda la boca. Además del sambenito de antivalenciano por parte de los que, recién ahora que se quedaron sin trabajo, han descubierto ultramegaindignados que no era oro todo lo que relucía. La banda sonora de la época, un barrejat de “Nadie me quitamis vacaciones en Castellón” y de “Por cuatro días locos”.

La novela trata de una serie de personajes cuyas vidas van alejándose y acercándose, imbricadas, aunque a veces no se conocen ni siquiera de vistas u oídas. A saber y en orden alfabético: dirigentes políticos, un empresario de la construcción, un periodista, una prostituta. Cada uno planifica con y sin ayuda, algunas jugadas salen bien, otras mal. El empresario quiere prestigio; la prostituta venganza; el periodista reconciliación; los líderes políticos, de acuerdo a su adscripción partidaria, relevancia o asegurar su poder.

FerranTorrent lo lleva de la mano a uno de esa forma tan particular que sólo parecería que puede hacerlo un periodista que tiene muy claro el tema sobre el cual se ha puesto a novelar. Y que pretende demostrarlo sin tapujos, para que todo el mundo lo vea. Es un poco como que le van diciendo a uno “¿Ves? Esto funciona así. Eso otro funciona asá. Aquello otro, asullá”. Es en este sentido que el narrador, a pesar de que enseña un panorama en el que nada es seguro y que los planes se van al garete, es decir, en el que todo es engañoso, sobre la marcha y cambiante, se preocupa también por señalar, fundamentalmente mediante la acción en los momentos culminantes, que hay otras cosas, las que tienen que ver con el mantenimiento del poder y del status quo, que es mucho más difícil que se modifiquen. 

Los forofos del partido fundado por siete ministros de Franco no pueden más que odiar a Ferran Torrent. A mí me gusta bastante. He leído, ya, un buen puñado de sus libros. Me encantan esos personajes y situaciones valencianísimos que crea y que uno no puede más que creérselos a pies juntillas. Y que no tienen nada que ver con las intrusiones demasiado didácticas del narrador, intrusiones que no son jugueteos narrativos sino pragmatismo. Y ¿por qué no? quizás un toque de meninfotisme, que la parida antropológica siempre queda bien. 

La verdad es que estaba desesperadito por leer esta novela. No sé si se debe juzgar a los libros por la cubierta, pero yo sí que los juzgo por su título, y hay títulos que lo impulsan a uno a leer el libro, antes o más tarde, pero a leerlo. En dos días me metí entre pecho y espalda Societat limitada. Dos días en que no lavé ni ropa ni platos, dicho sea de paso…

lunes, 12 de septiembre de 2016

Xabier Makazaga: MANUAL DEL TORTURADOR ESPAÑOL


Comprado en Todocolección.

Una de cal


Que haya dos Españas no significa que exista un empate entre ambas. La que hiela el corazón gana por goleada. Es por eso que el españolito que viene al mundo necesita toda la ayuda que Dios pueda darle. Y es que, para desgracia de quienes reciben las hostias, Spain is different: Juan Carlos I juró en su coronación seguir los principios del fascismo; Adolfo Suárez fue un jerarca fascista; Leopoldo Calvo-Sotelo fue un jerarca fascista; sobre Felipe González, amigo de genocidas, pesa una ponderable acusación de haber sido el señor X; Aznar fue amigo de dictadores e impulsor de golpes de estado en Latinoamérica; Zapatero, en fin, pobre Zapatero… nunca tuvo problemas en vender armas a dictaduras asesinas y no solucionó nada; Rajoy, que indulta, condecora y asciende a policías asesinos y torturadores, seguramente como todos los anteriores, no tiene problemas en que los refugiados se ahoguen en el mar mientras la Guardia Civil les dispara o que sufran un destino siniestro en dicta¿blandas? cómplices.

Sí, Spain is different: siendo el único país de Europa abandonado a su suerte cuando el avance del fascismo, es el único país también en que éste ganó la guerra; después de la dictadura eterna mientras duró los desaparecidos se cuentan por centenares de miles, el robo de niños por decenas de miles, aquí paz y después gloria: las tumbas de los desaparecidos, convertidas en pipicanes. Porque la Transición fue modélica, y por eso toda la geografía española está brotada de enaltecimiento del terrorismo (de estado) y de humillación a las víctimas (del franquismo). 

Que Spain is different ya lo sabía Ortega, por ejemplo, que a la hora de enfrentar al fascismo, en vez de espetarles que le parecía inútil pedirles que pensaran en España, antes bien se cabreaba con quien, desde el extranjero, se atrevía a militar contra su avance. Porque Spain is different y los guiris, usufructuando su ignorancia radical, bizcoturmente no se enteran. 

Los nativos lo tienen muy internalizado eso de que son differents. ¿Que un extranjero se queda boquiabierto ante una Plaza de la División Azul o una Avenida del Caudillo?: Hombre, joder, vamos, ¡venga ya!

Al momento de escribir estas líneas, el Tribunal de Estrasburgo ha condenado ya ocho veces a España por la nula predisposición a investigar las denuncias de torturas contra los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, esas mismas a las que pertenecía el que mató a Carlos Palomino en el metro de Madrid; esas mismas cuyos miembros se libran de condenas cuando dejan a manifestantes sin ojos; esas mismas cuyos miembros, si son condenados por asesinatos o torturas, primero los indultan, después los condecoran y mientras tanto los ascienden; esas mismas cuyos miembros de fuerzas creadas por jerarcas fascistas de primer orden se tatúan esvásticas y las airean sin ningún pudor en procesiones, instantes antes de ir a emborracharse a bares fascistas; esas mismas cuyos miembros lanzan balas de goma a inmigrantes que se están ahogando y primero se libran de cualquier condena y, por supuesto, lo ha adivinado usted, esforzado o desocupado lector, después son condecorados. Y antes, durante o después, son ascendidos.

¿Se entiende, más o menos, por qué Spain is different? En todo caso, no es Venezuela. Como es tan different, este brevísimo listado —un brevísimo listado hecho de memoria, prácticamente sin necesitar buscar nada en Internet, rejuntando datos de dominio público, archiconocidos, de esos que se pueden contar en un bar sin que ni siquiera el más facha pueda acusarlo a uno de mentiroso— no le importa a casi nadie, ni dentro ni fuera. Y es por eso que Manual del torturador español —que dicho sea de paso puede descargarse gratuitamente en la página de la editorial— es un libro imprescindible, porque habla de una realidad de la que nadie quiere hablar o, en todo caso, dejar hablar. Y de la cual hay poderosas fuerzas que ayer, hoy y siempre han estado dispuestas en ocultarlo. Lo saben bien los bibliotecarios vascos, testigos de la “quema de libros” que se ha producido en sus estantes cuando la prensa más reaccionaria ha denunciado como un pecado su presencia al alcance del público: el libro fue retirado ipso facto de las bibliotecas. Sí, le hicieron eso que suele llamarse censura. Incluso aquellos que se hacen llamar a sí mismos socialistas. Incluso a pesar de que "la derrota literaria de ETA sigue pendiente"...

Una de arena


Manual del torturador español es, pues, un libro maldito. El tema que trata es casi un secreto a voces y un tabú al mismo tiempo. Leyéndolo, recupera uno las sensaciones de lecturas anteriores. En mi caso, y salvando las distancias, las de Nunca más o Tejas verdes, diario de un campo de concentración. El trabajo de Xabier Makazaga, aunque fundamentalmente es un informe —lo cual lo relacionaría con el de la CONADEP—, también tiene algo de testimonio, aunque no de la intensidad que presenta el relato del chileno Hernán Valdés: el autor no ha sido torturado sino, según explica, convencido por una puesta en escena de que en un futuro cercano sí lo sería.

Hasta tal punto es infame el tratamiento de la tortura en España, que quienes se atreven a señalar su práctica, incluso encaramados sobre atalayas que en el 99% de los casos garantiza la inviolabilidad de quien profiere cualquier otro tipo de declaración (cfr. Sánchez-Cuenca, Ignacio. La desfachatez intelectual), rápidamente pueden verse devorados por un remolino de presiones y ataques de todo tipo que no buscan otra cosa que su completo hundimiento personal y profesional. Lo saben bien jueces como José Ricardo de Prada, que sólo por señalar la evidencia de que en España se tortura y se garantiza la impunidad de los torturadores ha visto cómo, ipso facto, distintas de las llamadas asociaciones de víctimas del terrorismo —que suelen englobar a familiares de éstas, en realidad, y que sólo condenan un tipo de terrorismo, jamás el cometido por el estado— y miembros del poder ejecutivo han activado un dispositivo impiadoso para apartarlo de la judicatura. En el mismo país, por si se había olvidado, en que se indulta, condecora y asciende a los policías que torturan. No sería de extrañar que la jueza Amaya Olivas sufra un asedio similar.

Volviendo al libro de Xabier Makazaga, tengo que señalar que, al acabar la lectura, y en realidad casi desde el principio, eché en falta un mayor cuerpo bibliográfico, más profusión de citas donde consultar toda una serie de afirmaciones acerca de las cuales creo que, por la gravedad del tema, no debería permitirse ningún resquicio a la duda. En este sentido, aparte de una urgencia que se intuye en pequeñas desprolijidades de redacción y de armado, es bastante evidente que la edición no parece haber sido pensada más que para convencidos. De consumo interno. Un ejemplo: si leo que un detenido ha sido inculpado de un ataque a un cuartel de la Guardia Civil por los testimonios de una serie de etarras puestos en régimen de incomunicación, un ataque que después se descubre que se habría producido al mismo tiempo que ese detenido sufría un accidente de tráfico certificado por una actuación administrativa de la Ertzaintza, necesito que me des algo, aunque más no sea el nombre de un periódico y la fecha que se publicó esa noticia. Aunque sea que me aclares que los hechos están recogidos en "testimonios", "entrevistas", algo. Y ejemplos así hay varios.


Los defectos no desmerecen la lectura, la urgencia de la misma, lo imprescindible que es...

domingo, 4 de septiembre de 2016

Suzanne Collins: LOS JUEGOS DEL HAMBRE; Stephenie Meyer: CREPÚSCULO

LJdH, prestado de una biblioteca.
C en un libro electrónico
(aunque lo tengo en papel, en fin...).
La novela rosa siempre cuenta la misma historia: una parejita que se pelea y se arregla un montón de veces hasta que al final se arregla. Puede haber un triángulo amoroso y, si tiene muchas páginas, tanto mejor. Pero esto último no es imprescindible.

Los juegos del hambre (al menos considerada la saga entera) y Crepúsculo son sendas novelas rosas, cumplen con lo obligatorio y con lo opcional. Novela rosa de aventuras, siendo específicos. Y, siendo más específicos, de vampiros la primera y de Ciencia Ficción la segunda.

La historia de Stephenie Meyer, a su muy particular manera, está emparentada con la de Harry Potter, porque cuenta también la lucha de su protagonista por ser popular. Los juegos del hambre no, se presenta acaso más madura, seguramente porque el tema lo requiere o permite: el escenario es un mundo apenas lejano en el tiempo, una dictadura avanzada tecnológicamente. Una distopía en toda regla. No tan sabia como sus predecesoras ilustres, pero que tampoco se desmerece frente a ellas, quizás y posiblemente y sobre todo porque la dictadura que profetiza hunde sus raíces en la observación de (nuestro) presente, sociedad del espectáculo y todo eso.

Hace poco leí que los Best-Sellers, en el mercado yanqui, generalmente, tienen como protagonista una mujer que suele ser abogada o, en todo caso, una profesional brillante. Los juegos del hambre cumple también con esta condición: Katnis Everdeen es todo lo parecido a una profesional brillante que la historia puede encajar, ya que es una talentosa especialista en el arte de cazar animales y personas. Para más inri, pasa el test de Bechdel (difícil sería que no lo pasara si la protagonista es una mujer, digo yo).


Pobre Katniss Everdeen, en la saga de libros se nota mucho mejor que en la película que su destino, en un contexto en el que la revolución se come a sus hijos, es bastante parecido al de cualquier niño soldado, es decir, acabar destrozada psicológicamente, con muchos de sus valores trastocados hasta tal punto que, sin que sea una sorpresa porque es lo que toca, en las páginas finales se parece mucho más a su siniestra némesis, el presidente Snow, de lo que a ella misma le gustaría si su personalidad fuera la del principio de la historia.



Subversiva no me parece que sea demasiado la novela de Suzanne Collins (aunque, como siempre, la clave está en la lectura). Es cierto que nos cuenta una dictadura, y por lo poco que recuerdo de cuando vivía en una está bastante bien contada además, pero no sé, en este presente tan there is no alternative que vivimos no sé yo cuánta reflexión crítica moviliza este texto. Quizás llegó demasiado pronto o demasiado tarde. En todo caso, forma parte de una pequeña obsesión o moda de esta época, la de los futuros distópicos en clave de aventuras, como Elysium, Blade Runner, Resident Evil, Aeox Flux, Total Recall y tantas otras. Lo cual, bien mirado, es bastante findesiglero pero, sobre todo, es muy There is no alternative.

Un poquito de miedo...

 
Crepúsculo llegó a hastiarme, no así Los juegos del hambre. Como novela de aventuras que es, Los juegos del hambre cumple con lo que promete, aparte de que tiene una prosa mucho más sabrosa. Y se lee de una sentada. Siempre y cuando esa sentada sea un viaje en avión de doce horas...