Mostrando entradas con la etiqueta 1956. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 1956. Mostrar todas las entradas

domingo, 3 de marzo de 2019

Françoise Sagan: BONJOUR TRISTESSE (y un poco de CIERTA SONRISA)

Ni idea de dónde me lo encontré.
Me recuerdo a mí mismo leyendo esta novela siendo bastante joven, en un viaje en autobús, olvidándome el libro en el asiento al final del trayecto, lamentándolo mucho. Era un ejemplar de la biblioteca familiar, diferente al que conservo actualmente en la mía. Me la volví a encontrar hace unos años, en algún rastro, y me la traje a casa. Y hace poco, una versión en francés, que es la que estoy leyendo. Era imposible no enamorarse de Cécile, su protagonista, como no dejar de hacer lo propio con las Anna Karenina, las Emma Bovary o, qué joder, las Laura Muntanyola, siendo lector adolescente. Ahora, no sé.

Había sido una lectura apasionante e incrédula. No podía creer que me gustara tanto lo que estaba leyendo. Y, qué duda cabe, eso de que su autora tuviera 18 años al momento de escribirla, envidia negra. En casa me hablaron con cierto desdén de la novela y de su autora, pero el librito ahí estaba, en la biblioteca.

Buenos días, tristeza cuenta distintas historias de amor o de caprichos bastante turbias, de una perversidad volátil y etérea. Voluntades ferreas y leves que chocan, que no necesitan lavar los platos y, por ello, bastante despiadadas y con mucho tiempo para ello. La protagonista es consciente de lo que pasa, a su manera, pero no todo lo expone, se guarda alguna cosa aquí, alguna cosa allá. Está bien construida la novela, y acá la explican bastante bien.

Cécile, qué duda cabe, es una niñata consentida que, al momento de los hechos relatados, gusta o no puede evitar manejar a quienes le rodean a su antojo, utilizarlos de una manera vil, y después asquearse de ellos o de sí misma. El final tremebundo es como un castigo que recibe, que la hace cruzar una línea que es definitiva, y que la destruye. Antes de eso, aún tenía escapatoria, pero la autora le cierra las puertas a la redención. Sólo deja de ella un cadáver atravesado por la culpa.

Éste creo que me lo encontré en un rastro
hace unos años, pero a saber...
Hace unos años intenté leer Cierta sonrisa, y no pude con ella. No sé por qué, pero a mí me pasa con no sé cuántos autores franceses que sólo puedo leer un libro que salga de su pluma. En fin...



lunes, 4 de febrero de 2019

Vicent Andrés Estellés: PRIMERA SOLEDAD


Me lo encontré en Iberlibro.
Muy bien de precio, la verdad.
Este poemario lo leí hace unos años. Hay un ejemplar en la biblioteca del pueblo, lo pedí varias veces, y la verdad es que estaba buscándolo para comprármelo desde hace años. Hay un sinvergüenza flipado cabrón tiparraco librero que lo tiene a la venta desde hace años en Amazon por el increíble precio de 166 euros más gastos de envío, lo cual me condenaba a bucear a través de Iberlibro, eBay, Wallapop y Todocolección infructuosamente, a la búsqueda de mi ejemplar propio y a precio razonable, hasta que finalmente me lo encontré. Mi... tesoro...

Primera soledad es un libro inaudito de Vicent Andrés Estellés, un poemario ¡en castellano! poco tiempo después de la muerte de su hija, apenas nacida. Escrito en 1956 y publicado en 1988, poesía oopartiana de postguerra lanzada al mundo 30 años después, un aporte silenciado y en suspenso. Todo esto lo sabe todo el mundo.

Leer Primera soledad es arduo y asfixia. Es tremendo, un machaque constante de duelo recién reventado, un ostinato de horror y de pena obsesivo y sucio, sin cerrar los ojos ni para pestañear, abriendo la boca sólo para gritar sin jamás tomar aire. No se puede leer Primera soledad en un día cualquiera. Te cambia el estado de ánimo y la forma en que mirás el mundo. No tengo ninguna gana de ponerme a buscar citas para ejemplificar nada, porque este libro no es para leerlo ni con guantes ni con lupa. Hay que tomar aire, darse coraje y zambullirse. Después salir a flote y respirar. La empatía se transforma en un demonio siniestro con el que uno ha bailado como si fuera el Demonio, propiamente...

PD) Hay muchos hijos de puta que disfrutan destrozando la estatua de Estellés en Burjassot. Mal rayo los parta.