domingo, 10 de marzo de 2019

Carlos Giménez: TODO PARACUELLOS

Me lo regaló un amigo.
Si no recuerdo mal, estas historietas las descubrí siendo un niño en las páginas de Superhum®, de Ediciones de la Urraca. Su autor, Carlos Giménez, fue víctima de la típica práctica de represalia contra los niños que los que a la postre formarían el Partido Popular realizaban con delectación: era un interno de los campos de concentración para niños del Hogar Social, un lugar de tortura, desaparición y muerte con el que la Iglesia española se forraba.

¿Por qué los proto peperos disfrutaban tanto torturando y asesinando niños? Porque había un hijo de puta, el Vallejo Nájera ese, que tenía una teoría por la cual había un dizque gen rojo y los hijos debían pagar por los padres y los padres por los hijos, independientemente de lo que dijera la Biblia. Aparte, era contagioso. Pero no siempre, por lo que las hijas de puta que quisieran, podían quedarse con los hijos de los rojos, que para eso había un entramado legal que lo permitía. Con la complicidad enriquecedora pecuniariamente de la Iglesia, por supuesto. Quien diga que la única iglesia que ilumina es la que arde, se equivoca: el oro manchado de sangre relumbra bien bonito, también.

Las historias unitarias reunidas en Paracuellos son una lectura acongojante. Después, si uno está interesado en informarse, ve que se quedaban cortas, como puede comprobarlo viendo este documental o leyendo esta tesis doctoral, por ejemplo.

Paracuellos es un hito de la historieta en castellano y de la historieta mundial. Si uno es o ha sido un apasionado de ésta, como es mi caso, es una lectura imprescindible. Es de esa clase de obras que uno puede tirarle por la cabeza a cualquiera de esos que emiten el típico comentario desdeñoso, como cuando se hace lo propio con ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? como proyectil inteligente contra desdeñadores de la CF, por ejemplo. No sobran en ninguna biblioteca.

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