Me lo compré en una librería de segunda mano, en línea ella. |
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A partir de una segunda lectura, casi consecutiva, es que las piezas engranan en el poemario de Bibiana Collado, según lo veo yo. Lo que pasa es que Como si nunca antes es una lectura exigente, de estar en lo que estás —ahora lo llaman mainfulnes—, y como te descuides habrán pasado varias páginas de enterarte poco de qué va el asunto. A mí me paso, por ejemplo y a lo bestia, cuando he leído "¿He dicho que te quiero?" sin percatarme del título. No, no era un arrebato posmo del tipo "de tan malo/trillado es bueno/original" lo que acababa de leer. Para nada.
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Como si nunca antes se interna por dentro de la piel de sus personajes. Insistentemente. Una resonancia puntualmente gore se te prende a los ojos en la repetición de los tendones, las vísceras o las venas como material poético. Las sábanas, rencorosas, húmedas de sudor y de agua, manchadas de cal, de ceniza, aferradas a la metástasis o cargándose el crecimiento personal de la autora de una manera cruel, embrionaria.
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Quienes, como yo, hemos sido más y menos posmos en nuestra vida —yo he sido Generación X, pardiez, y Generación X una vez, Generación X para siempre—, sabemos que, a pesar de lo convencidos que estamos de que nada es verdad ni mentira, de que vemos que todo es mentira, de que vemos que nada es amor, si hay algo que nos obsesiona, que nos calienta la sangre, es la verdad, aunque debería ser la mentira. Y es que las formas de la mentira, bajo los ropajes de la falsedad, del cinismo ajeno —que siempre asociamos a la imbecilidad—, nos activa la carótida como sólo se la activa a quienes creemos en la Verdad por encima de todas las cosas. Así pues, la poeta dedica algunos de sus más agresivos versos a quien, definiéndose poeta anterior, se reivindica feliz y, por eso, más nunca poeta.
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¿Y por qué se llama Como si nunca antes? Es el título del último poema, el que cierra el libro y, de alguna manera, parece que lo impugna. O no.
A mí me encanta meterme en el berenjenal absurdo de intentar musicalizar poemas (el genio o la genia que se le ocurrió la valiente ocurrencia de afirmar que la vara de medir calidades de las letras de las canciones es recitarlas sin la música, y a ver qué pasa, nunca se puso a pensar que ésta suele ser una tarea tan sin sentido como musicalizar poemas) y bueno, "Como si nunca antes" se presta muy bien para ponerle música. Es contundente y ambivalente, es decir, es inspirador. Y estoy seguro de que podría ser cantado como una canción de amor. Algo extraña, pero de amor.
Pero, sin embargo, nada más lejos. "Como si nunca antes" no viene a impugnar a Como si nunca antes, aunque al principio puedas comerte esa idea con patatas.
"Como si nunca antes", el poema, culmina el andar hacia el pesimismo de las páginas precedentes. Y es, para mí, imposible no hacerlo conversar con "La mentira", en el que la poeta recrimina la felicidad como coartada de algún alguien para no ser poeta. Tanto tiempo después, la felicidad es una venganza y forma parte de una impostura.
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PD) Esta reseña no puede terminar con la palabra "impostura", che, no nos pongamos bestias e injustos. Reafirmo, pues, las ganas que tengo de leer El recelo del agua. Por temas y tratamiento —que es, ni más ni menos, que de lo que se trata.
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