Creo que me lo encontré hace un tiempo, bastante barato, en la París-Valencia. |
El libro, a pesar de lo que diga el índice, en mi opinión está articulado en dos secciones más o menos claras y antagónicas: el tiempo de los árboles, que va primero, y el de la ciudad, que va después. La primera sección, pues, está bastante monopolizada por árboles de toda condición, con sus respectivos nombres. Entre éstos, destaca el poema Vern (aliso, en castellano: el gusto es mío), el cual el autor dedica a su propia ignorancia (36):
A internet no puc trobar tot el que cerco,
i menys la web on pugui observar l'arbre
altra vegada, per garantir-ne el nom.
Y aquí comienza a dar una clave de una actitud vital candorosa, el poeta, y que no me desagrada. Pero tampoco le falta autoconciencia y sentido del ridículo, lo que me queda claro cuando leo El mite de la caverna, ampliat (45-46):
Algun grec clàssic graciós podria dir
que hem sortit de la caverna per anar a obrir la capsa de Pandora.
Però un altre filòsof també podria apuntar
que, a nous temps, calen noves paraules.
Qualsevol cosa menys allò de "no sé res", i fer-se el Sòcrates.Y sí, a mí se me ponen a funcionar juntos estos dos poemas.
Si tengo que hablar de gustos, tengo que decir que toda la parte de los árboles se me hizo muy tediosa. Para hablar de árboles, nadie como don Bárbol, y cualquier otro me suena a poco. Pero es una cuestión de gustos, reitero.
La parte de la ciudad se me hizo más sustanciosa y cercana. Es lo que tiene ser un psicobolche posmoderno sobrevenido generación X, que si me tocan la fibra íntima, me gusta. Y me gustó especialmente el poema dedicado Als morts i mortes per brutals repressions (81):
Marcus Crassus va fer crucificar 6000 vençuts.
(De tantes creus, va néixer el cristianisme).
El general romà es va fer molt ric,
però en un descuit va ser capturat. Diuen
que li van fer empassar
or fós.
Punt de fusió de l'or: 1064 ºC.
"Qué linda que es la justicia poética, ¿verdad?" podríamos decir si no supiéramos, como sabemos, que cualquier animalada escrita en redes sociales y demás te puede volver como un búmerang después de cualquier tiempo, a joderte la vida así que pasen cinco años. Entonces no lo vamos a decir. Tampoco vamos a decir que, leyendo este poema, nos acordamos del programa ese, 1000 maneras de morir. La gente cuyo deceso nos cuentan en ese programa suelen ser de dos categorías: o bien pobres desgraciados que cometen estupideces sin nombre o tienen la peor de las malas suertes, o effin desgraciados que la palman justo cuanto más los odiamos. Con los primeros el espectador sólo puede sentir lástima o morbo, en cambio con los segundos verlos morir es glorioso (para otros, no para mí, por supuesto). Los primeros suelen ser mujeres que se depilan de prisa y sin medidas higiénicas, gente que toma licor ilegal y se envenena, cosas así, realmente no es divertido. Los segundos suelen ser jefes que están echando una bronca injusta y ofensiva a algún empleado y les da un paro cardíaco, monarcas que están firmando un ducado de Franco, esas cosas. Gente a la que no se puede respetar, básicamente. Porque no lo merecen. Más bien todo lo contrario.
Del poemario me quedé con algunas citas más, subrayadas. Cosas como: "mai he esperat tan fort/com quan era un infant" (85); "penso que la suma de molts grans de sorra/faran una platja" (84); "No hi ha un destí que xucla/des d'un futur. Vents, sí" (90) o los poemas dedicados a la búsqueda de empleo o clientes, que me parecieron, a su manera, encantadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario